La cruel escena fue grabada en vídeo por uno de los pasajeros. Muestra a los enfurecidos viajeros gritando al conductor que arrojara afuera a la madre y al recién nacido.
El incidente acaba cuando el conductor llama a la policía, que pone la esposas a la joven negra y la obliga a bajar del autobús.
No es el único incidente racista que ha ocurrido en Ujgorod, según el diario británico The Observer (*). Los estudiantes de la universidad local procedentes de Nigeria o de la India no pueden entrar a la piscina municipal porque su propietario, el antiguo alcalde de la ciudad y diputado Serguei Ratushnyak no admite negros.
Al diputado la televisión le ha preguntado por los motivos del rechazo a que los negros entren en su piscina. Responde diciendo que es por precaución, para proteger la salud de sus conciudadanos. En su apoyo invoca los casos de sífilis y de tuberculosis que los gitanos han propagado por la región y por todo el mundo.
“El año pasado hemos constatado una multiplicación por 14 de los casos de SIDA en la ciudad. Pido una compensación por los gastos que debería tener”, en el caso de construir un complejo para que los gitanos sean autorizados a entrar en la piscina.
Para impedir que la chusma entre en la piscina, el diputado ha puesto a un guarda, que advierte: “Sólo dejamos entrar a los residentes de Ujgorod, solamente los blancos”.
En Ucrania los partidos de fútbol son el escenario habitual para que los nazis hagan demostraciones de sus emblemas y consignas. Durante la Eurocopa que se celebró en 2012 algunos futbolistas negros y sus familias se negaron a acudir con sus selecciones por miedo a la agresiones. El antiguo capitán de la selección inglesa, Sol Campbell, dijo que el torneo no se debió adjudicar a Polonia y Ucrania a causa del racismo. El futbolista aconsejó a los aficionados ingleses que se quedaran en casa y vieran los partidos por la televisión.
La consigna de la UEFA de tolerancia cero ante el racismo quedó en evidencia.