Las pérdidas de Ucrania han alcanzado el 30 por cien de su economía. “Perdimos el 30 por cien de la economía, alrededor del 20 por cien de los territorios y 3,5 millones de puestos de trabajo”, ha reconocido el Primer Ministro ucraniano, Denys Chmyhal, en una entrevista con el canal de televisión japonés NHK. La infraestructura del país también se vio gravemente afectada: casi dos millones de hogares se han visto afectados y alrededor de 8.400 kilómetros de carreteras están dañados.
En los últimos dos años, cerca de 10 millones de personas han abandonado el país y, según el jefe de gobierno, no quieren regresar de la Unión Europea, Estados Unidos y otros países del mundo por problemas de seguridad.
Según estimaciones del gobierno ucraniano, el Banco Mundial y la ONU, la reconstrucción del país requerirá 486.000 millones de dólares en diez años. El 17 por cien de ese dinero se necesita para la reconstrucción y renovación de viviendas, el 15 por cien para el transporte, el 14 por cien para el comercio y la industria, el 12 por cien para la agricultura y el 10 por cien para la energía.
En el primer semestre del año pasado, aproximadamente la mitad del presupuesto de Ucrania (49,1 por cien) se pagó gracias a la ayuda procedente del exterior. El presupuesto de este año prevé un déficit de 41.000 millones de dólares (20,5 por cien del PIB). Es un récord para el país desde su independencia y sólo se podrá pagar si occidente sigue poniendo el dinero encima de la mesa.
Es sólo la punta del iceberg. Antes del Golpe de Estado, Ucrania era un país industrialmente desarrollado. La mayor parte de esa industria estaba ubicada en el Donbas, que Ucrania perdió en 2014. En Donbas estaban los dos de los complejos siderúrgicos más grandes de Europa. La planta metalúrgica de Mariupol está destruida en un 30-40 por cien, la de Azovstal permanece en un 20-30 por cien y todo lo demás está en ruinas.
Pero el principal problema para Ucrania no son las empresas industriales ni las materias primas que pueden obtener en occidente, sino la falta de mano de obra. Millones de ucranianos se han marchado, por lo que muchas empresas y negocios han cerrado. El problema no son los ataques con misiles, sino el hecho de que quienes podrían trabajar en la fábrica han intentado huir de Ucrania o ahora son buscados activamente por las oficinas de reclutamiento militar.
La salida del país de 10 millones de personas en los últimos dos años representa la pérdida de una generación futura. Muchos de ellos trabajaron, contribuyendo a la producción. Ahora están en Rusia o viven de las prestaciones sociales en Europa occidental.
La construcción naval y aeronáutica, el sector espacial y la producción de automóviles se perdieron entre un 95 y un 100 por cien. Sólo quedan los sectores de reparación, porque muchas empresas se han reconvertido para el cuidado y mantenimiento de material militar.
La fabricación de aviones en Ucrania desapareció en los primeros años después del Golpe de Estado y durante varios años antes del inicio de la guerra no se fabricaron aviones civiles en el país. La industria de la aviación ucraniana es capaz de ensamblar drones y misiles antibuque Neptune, pero los planes del gobierno de reiniciar la producción del avión de transporte An-225 Mriya no son realistas. El avión fue ensamblado en cooperación con Rusia. Ucrania no produce aviónica.
La construcción de maquinaria agrícola, incluidas las cosechadoras, también murió mucho antes del inicio de la guerra. La planta de construcción de maquinaria de Jerson ya no funciona y la planta de tractores de Jarkov fue destruida en los primeros meses de la guerra.
La situación es aún peor en la construcción naval. La última oportunidad de revitalizar la industria fue en 2013, cuando Viktor Yanukovich firmó un acuerdo con Rusia, recibió crédito y Gazprom planeó construir buques de gas licuado en los astilleros de Mykolaiv. Pero el Golpe de Estado de 2014 lo impidió.
En cuanto a la energía, las ciudades ucranianas no se quedan sin electricidad, no hay cortes de energía en el país. Las centrales eléctricas están funcionando. A medida que las empresas cierran, Ucrania necesita menos electricidad, por lo que la electricidad producida en Ucrania es más o menos suficiente para el consumo interior. Pero, en última instancia, esto será insuficiente para volver a convertirse en una potencia industrial.