Mañana sabremos si al preso político más viejo de Europa, el comunista libanés George Ibrahim Abdallah, le conceden la libertad condicional después de penar 40 años en las cárceles francesas.
Nunca se había conocido un caso así. Debería haber salido de prisión en 1999, pero los jueces posmodernos, incluso los franceses, tienen una contabilidad muy creativa. Se sabe cuándo entras, pero nunca cuándo sales.
La situación es tan vergonzosa que hasta Le Monde, el periódico prestigioso por antonomasia, se ha visto obligado -¡por fín!- a escribir un reportaje al respecto y, como siempre, más que la realidad misma, lo que nos gusta es ver cómo la cuentan los plumíferos.
Le Monde construye su historia a partir de Louis Caprioli, un antiguo policía de la DST, el contraespionaje francés de los ochenta. Era el cabecilla de la “lucha antiterrorista” y el tiempo no le impide seguir con sus montajes y ficciones, aunque ya no tenga que acudir a los tribunales, sino a los micrófonos de los medios.
El caso es singular desde el primer momento, cuando el 24 de octubre de 1984 Abdallah se presentó en la comisaría de policía de Lyon para pedir protección: creía que le perseguían los asesinos del Mosad para matarle. “Éramos nosotros”, dice Caprioli, que considera culpable a Abdallah porque en una de sus viviendas “encontramos el arma que había sido utilizada para matar a un oficial estadounidense [Charles Ray, oficial de la CIA] y a otro israelí [Yacov Barsimentov, del Mosad]”, dice el madero.
Inicialmente a Abdallah sólo le acusaron de tenencia de armas y documentación falsa, pero Estados Unidos e Israel presionaron a los jueces y no descansaron hasta que lograron una cadena perpetua por vías más que rocambolescas.
Veamos: poco después de la detención de Abdallah, la organización a la que pertenecía, las FARL (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Líbano), secuestraron al director del centro cultural francés en Trípoli (Líbano) y exigieron su liberación.
Como la pena de Abdallah no era muy elevada, cuatro años de cárcel, el entonces jefe de la DST, Yves Bonnet, intentó negociar su liberación con los servicios secretos argelinos. Fue en aquel mismo momento cuando el arma apareció milagrosamente en la vivienda de Abdallah.
Los esbirros de Caprioli registraron dos veces la vivienda de Abdallah. Al principio no vieron nada, pero cuando volveron por segunda vez “descubrimos una maleta y el arma homicida en su interior”. Pero también un pequeño frasco de ‘tipp-ex’, un líquido blanco que servía de borrador en la época de las máquinas de escribir. En el frasco encontraron una huella dactilar de Abdallah.
Otro olvido de este manipulador: en la maleta milagrosa había un diario fechado en una época en la que Abdallah ya estaba en prisión.
Así de chapuceras son las “pruebas” en los juicios políticos amañados por policías de la catadura de Caprioli, que los periódicos serios y rigurosos, como Le Monde, dan por buenas, lo mismo que los fiscales y los jueces. Si los franceses aún se escandalizan por el caso Dreyfus, lo que espera con el de Abdallah es aún más esclarecedor del rumbo que toman los montajes represivos en la vieja Europa.
A la organización a la que pertenecía Abdallah, las FARL (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Líbano) le imputaron la muerte de dos técnicos en desactivación de explosivos que murieron en agosto de 1982 cuando intentaban desactivar una bomba colocada en el centro de París. A Abdallah también le acusaron del doble crimen, en el que ni él ni las FARL habían tenido ninguna participación.
En 1985 y 1986, el ejército israelí había invadido Líbano y, los atentados menudearon por Europa, en solidaridad con la resistencia libanesa. Entonces Abdallah estaba encerrado en la cárcel y Caprioli sus secuaces señalaron con el dedo a los amigos de Abdallah. Decía que con los atentados pretendían liberar a su jefe.
Acompañado de algunos policías y del juez Marsaud, Caprioli fue a la prisión para hacerle confesar que, en efecto, él ordenaba los atentados desde la cárcel. Es paradógico porque, si hubiera confesado su intervención, ya estaría en la calle.
Después de una campaña brutal de intoxicación en su contra, hoy todos los medios franceses, incluido el juez Marsaud, reconocen que Abdallah no tenía nada que ver con los atentados por los que fue condenado, ni por la ola de explosiones que hubo en Francia en aquella época (*).
Las pistas conducen hasta Irán, que quería castigar a Francia por su apoyo, mediante la venta de armas, a Irak, que entonces estaba en guerra contra Teherán. Además, Irán pretendía recuperar su acceso a la planta de enriquecimiento de uranio Eurodif. Tras la caída del Sha en 1979, Francia había suspendido la participación de Irán en Eurodif.
‘Lo matamos y así no tendremos que hablar más de ello’
Pero quien manda en el caso Abdallah no es Francia sino Estados Unidos, que es tanto como decir Israel.
En 1986 el ministro del Interior francés envió a un emisario de la DGSE, la inteligencia exterior francesa, a Washington para reunirse con el gran padrino de la CIA, William Casey, para que autorizara la liberación de Abdallah. Le explicaron que el problema es que la CIA no perdona. Una de las víctimas del doble atentado de 1982, Charles Ray, también era de la CIA.
Luego fue Casey el que viajó personalmente a París. Cenó con el ministro francés de Seguridad, Robert Pandraud y le llegó a enseñar el tenedor como amenaza.“Si Francia no condena a Abdallah a cadena perpetua, las cosas irán mal entre nuestros dos países, habrá una ruptura diplomática. Será un gran escándalo”.
Pandraud le propone otra solución: “Lo haremos más sencillo: liberaremos a Abdallah y lo enviaremos a Oriente Medio. Luego lo liquidaremos y así no hablaremos más de ello”.
Las presiones americanas sobre Francia aparecen en un documento desclasificado de la CIA fechado en noviembre de 1986 que menciona “las presiones ejercidas por el gobierno estadounidense para que Abdallah no sea liberado”. Mientras tanto “las FARL podrían empezar a atacar los intereses americanos debido a la frustración provocada por el papel desempeñado por parte de Estados Unidos al mantener a Abdallah en prisión”.
(*) https://www.radiofrance.fr/franceinter/podcasts/secrets-d-info/secrets-d-info-du-samedi-22-juin-2024-7526241
Me alegro que Georges Ibrahim Abdallah salga pero los presos póliticos más antiguos de Europa son Italianos y estàn en la carcel desde el 1980 (Nicola De Maria), 1981 (Cesare di Lenardo), 1982 (Stefano Scarabello e Susanna Berardi), 1983 (Francesco Donati, Barbara Fabrizi, Maria Cappello, Carlo Garavaglia). Hay que no olvidarse de ellos
https://www.presos.org.es/index.php/2023/11/01/italia-presas-y-presos-politicos-de-las-brigadas-rojas-diecisiete-llevan-43-42-41-40-o-35-anos-prisioneros-otros-tres-llevan-20-anos-en-el-41bis/
EEUU 🇺🇸, Francia 🇨🇵, Reino Unido 🇬🇧, Israel. Viles torturadores y asesinos en declive 👎.