En tales situaciones las noticias se adentran en el terreno de la sicopatología para describir a sátrapas enfermizos, alcoholizados, brutales… Una obra maestra de estas características es la que en muy poco tiempo han logrado los medios de comunicación de todo el mundo con Trump, un elemento tan odiado que a su lado Clinton parece una bendición.
Con el inestimable apoyo de las ONG, los noticiarios crean ogros aborrecibles, verdaderos muñecos de feria a los que todos retorceríamos el pescuezo: Noriega, Bokassa, Gadafi, Kim Jong-Un…
Erdogan también está entrando en los manuales de la sicopatología. El calificativo más suave con el que califican es el de Sultán, aunque nadie de los que utilizan este tipo de términos sabe lo que es un sultán, ni diferenciarlo de un califa, un emir o un visir. En cualquier caso es alguien que actúa por motivos egocéntricos y personales, busca su engrandecimiento propio, un poder personalista o un régimen presidencialista.
Dicen que entre sus disparatados planes está la reconstrucción del Imperio Otomano, aunque los que hablan así nunca se han preocupado de mirar un mapa del siglo XIX. No saben lo que es Turquía ni tampoco lo que fue el Imperio Otomano, pero debe quedar pinturero en un artículo de amplio consumo intelectual.
Este tipo de afirmaciones, avaladas por la reciente invasión del norte Siria, transmiten la impresión de que el actual gobierno del AKP es expansionista.
Es el típico fraude que determinados medios “progres” nos sirven en bandeja para ponernos a la cola del imperialismo porque desde hace 200 años está sucediendo todo lo contrario y, en el nuevo reparto del mundo que intenta ahora el imperialismo en Oriente Medio, Turquía no es sujeto sino objeto; es comida, no es comensal.
No hay más que mirar los mapas para apercibirse de que tanto el plan Yinon, elaborado por Israel en 1982, como el Yaalon, diseñado en 2014, persiguen la fragmentación de Turquía, lo que explica que Erdogan dijera en octubre de 2014 que “Lawrence de Arabia es un enemigo peor que el Califato Islámico” (1).
Erdogan se quedó corto: ni el Califato Islámico ni ningún otro grupo yihadista han sido nunca enemigos para Turquía, al menos hasta hace muy poco tiempo. Más bien han sido una remedio, un instrumento utilizado contra Siria. Su verdadero enemigo ha sido el PKK porque es el instrumento del imperialismo para la balkanización de Turquía.
El asunto se presenta justamente al revés al otro lado de la frontera, donde el Califato Islámico y los yihadistas han sido los enemigos, mientras que el PKK ha sido un remedio, un instrumento para devolver el golpe a Turquía.
El PKK, el Califato Islámico y los diferentes grupos yihadistas siempre han sido complementarios en lo sustancial. El PKK nunca ha luchado contra el Califato Islámico, hasta que en 2014 el Califato Islámico atacó al PKK en Kobane, marcando un viraje en la Guerra de Siria porque a partir de entonces es cuando el Califato Islámico se convierte en el objetivo militar del imperialismo.
Eso significa que la apuesta del imperialismo es el PKK o, en otras palabras, que su objetivo es la balkanización de Turquía y que, por su parte, el gobierno de Ankara está empeñado en impedirlo. Así se explica el golpe de Estado del 15 de julio. Al imperialismo ya no le interesa Turquía. Hace años que Ted Galen Carpenter, miembro del Instituto Cato y colaborador de la publicación “National Interest”, viene preconizando que Estados Unidos debe desprenderse de buena parte de los aliados que tiene repartidos por el mundo, entre los que menciona a Turquía. Tras el golpe de Estado ha repetido su propuesta: hay que deshacerse de Turquía, un país al que califica de “gamberro”(2), “el miembro más problemático de la OTAN”(3).
El respaldo del imperialismo al PYD en Siria es un respaldo al PKK contra Turquía, el intento de reproducir en Turquía lo que han intentado en Siria. Para lograrlo el imperialismo va a desestabilizar el país, no sólo a través del PKK, sino de lo que hasta ahora ha sido la oposición interna, e incluso de organizaciones revolucionarias turcas.
Lo que algunos califican de autoritarismo por parte de Erdogan, es todo lo contrario. Está en una situación de extraordinaria debilidad e intenta sostenerse en pie. Es una situación que abre unas posibilidades insospechadas para el movimiento revolucionario.
(2) http://www.cato.org/blog/enough-america-must-distance-itself-its-rogue-turkish-ally
(3) https://www.aspeninstitute.it/aspenia-online/article/nato%E2%80%99s-most-problematic-member-authoritarian-turkey