En Gran Bretaña se usa mucho la palabra “tabloide”, que fusiona “tableta” y “alcaloide”, un tipo de compuesto que integra muchos fármacos. Luego designó a los medicamentos presentados en forma de comprimidos, pero posteriormente adoptó un significado más amplio: “Todo aquello que esté comprimido o concentrado para ser fácilmente asimilable”.
No hay nada más asimilable que la llamada “prensa popular”, o “prensa del corazón”, donde se narran las vicisitudes de los famosos. Es todo un estilo literario: titulares escandalosos, artículos breves y frases cortas sobre personas muy conocidas.
En España las publicaciones más parecidas eran los “pasquines”, que dieron lugar a la aprobación de las primeras “leyes de imprenta” para tratar de silenciar este medio de expresión.
Los tabloides se rellenan con cotilleos, alardean de mal gusto, detallan la vida privada de las personas y explotan las tragedias. Pero sobre todo son una mercancía que, como cualquier otra, es tanto más valiosa cuanto más se vende. Por eso necesita atraer a un gran número de lectores, para lo cual incluyen grabados, que eran tan importantes como los relatos.
Hay tabloides en todas los países, pero sobre todo en Gran Bretaña, donde hoy las fuentes de noticias en línea más consultadas, después de la BBC, que es una cadena pública, son los tabloides, incluidos los del holding Reach, el grupo propietario del Daily Mirror y el Daily Express), el Sun y el Daily Mail (MailOnline).
Una temática especial de los tabloides son, desde principios del siglo XVII, los relatos de crímenes espantosos, que fueron grandes éxitos en Gran Bretaña. Muchos de ellos eran inventados, o sea, mentiras, a veces mezcladas con acontecimientos ciertos.
A medida que la clase trabajadora se alfabetizó, la difusión de los tabloides británicos y los “penny papers” se consolidó y en el siglo XIX se pusieron muy por delante del periodismo convencional, al que le gusta alardear de “rigor” por contraste con sus competidores.
Fueron ellos, y no los medios convencionales, los crearon el periodismo moderno y cambiaron el modelo económico. Mientras los periódicos convencionales se repartían por suscripción y se pagaban por adelantado, los taboides se vendían por unidades en el momento inmediatamente posterior a su impresión.
Inventada en 1843, la prensa rotativa permitió imprimir más periódicos, mientras que el telégrafo eléctrico, creado al año siguiente, creó el oficio de “corresponsal”, con la posibilidad de transmitir información a la sede de su periódico más rápidamente que por correo postal.
Sólo prosperaron los periódicos que supieron aprovechar los avances de las fuerzas productivas. El Daily Mirror dominó a principios del siglo XX, en parte gracias a su capacidad para imprimir fotografías rápidamente, tal como lo hizo MailOnline gracias a la agregación de contenido y los títulos optimizados para los motores de búsqueda de internet.
Terry Kirby acaba de publicar un libro titulado “Los traficantes de noticias: una historia del periodismo tabloide” (*), una obra imprescindible que los inquisidores modernos, supersticiosos de “la verdad”, “la objetividad” y el “rigor”, nunca entenderán.
Por ejemplo, los taboides británicos nunca hubieran admitido el baboseo periódístico que siempre ha rodeado a la Corona española. Tampoco hubieran permitido poner al Bobón como “salvador de la democracia” durante el Golpe de Estado del 23-F. Esas manipulaciones son características de los periodistas que presumen de ser “imparciales” y “rigurosos”.
(*) https://www.perlego.com/book/4483817/the-newsmongers-a-history-of-tabloid-journalism-pdf