En el entorno de los ataques contra “Charlie Hebdo” en París, los gobiernos occidentales se están movilizando rápidamente para legitimar y expandir los medios de vigilancia masiva y los controles sobre internet, todo ello en nombre de la lucha contra el terrorismo. Los políticos europeos y estadounidenses han llamado a proteger el estilo de espionaje utilizado por la NSA, y a progresar en la capacidad de intrusión en la intimidad de internet, ilegalizando el cifrado. Una idea es el establecimiento de colaboraciones en la telecomunicación a fin de borrar de forma unilateral contenidos que se consideren “impulsores del odio y la violencia” en situaciones consideradas “convenientes”. A niveles parlamentarios y gubernamentales se plantean acerbas discusiones a fin de explorar la supresión de la confidencialidad en las conversaciones entre cliente y abogado.
Que algo de lo anteriormente mencionado hubiera servido para impedir los ataques a “Charlie Hebdo” sigue siendo un misterio, y especialmente teniendo en cuenta que los terroristas estaban en el radar de la inteligencia francesa desde hacía una década. No hay muchas novedades en esta historia. Las atrocidades del 11-S fueron las primeras de varios ataques terroristas, cada uno de ellos seguido por el incremento de draconianos poderes estatales a expensas de las libertades civiles, respaldado con el establecimiento de fuerzas militares en zonas identificadas como refugios terroristas. Pero poco indica que esta fórmula probada y comprobada haya hecho nada para reducir el peligro. En cualquier caso, parecemos estar atrapados en un progresivo círculo de violencia sin ningún fin claro a la vista.
Mientras nuestros gobiernos presionan para incrementar sus atribuciones, “Insurge Intelligence” puede revelar ahora el nivel al que la inteligencia norteamericana estuvo implicada en el origen de las plataformas de internet que hoy conocemos, con el propósito concreto de emplear la tecnología como mecanismo de lucha en la “guerra mundial de la información”, destinada a legitimar el poder de unos pocos sobre el resto de la población. El eje de esta historia es esa empresa que, en muchas formas, define el siglo XXI con su presencia discreta: Google.
El “estilo Google” es amable, divertido, una tecnología “user-friendly”, amistoso para el usuario, que llegó a destacar mediante una combinación de habilidad, suerte y auténtica innovación. Esto es cierto. Pero sólo es un mero fragmento de la historia. En realidad, Google es una cortina de humo tras la que acecha el complejo militar-industrial de Estados Unidos. La historia interna del ascenso de Google, que se revela aquí por primera vez, abre un bote de gusanos que va más allá de la empresa, encendiendo una luz de forma inesperada sobre la existencia de una red parasitaria que dirige la evolución del aparato de seguridad nacional de Estados Unidos, beneficiándose de forma obscena de su funcionamiento.
Durante las dos últimas décadas, la estrategia exterior y de inteligencia de Estados Unidos ha desembocado en una “guerra mundial contra el terror”, consistente en invasiones prolongadas del mundo musulmán y una vigilancia total de la población civil. Estas estrategias han sido incubadas, si no dictaminadas, por una red secreta dentro del Pentágono y más allá de él. Establecida bajo la administración Clinton, consolidada bajo Bush, y firmemente reforzada con Obama, esta red, en su mayoría formada ideólogos neoconservadores, selló su dominio sobre el Departamento de Defensa a principios de 2015, mediante las operaciones de una oscura entidad empresarial ajena al Pentágono, pero dirigida por éste. En 1999 la CIA creó su propia empresa de capital riesgo, “In-Q-Tel”, para la financiación de empresas emergentes, que pudieran crear tecnologías útiles para las centrales de inteligencia. Pero la inspiración para “In-Q-Tel” había llegado antes, cuando el Pentágono estableció su propio equipo en el sector privado.Conocido como Highlands Forum, esta red privada operó como un puente entre el Pentágono y las poderosas élites norteamericanas ajenas al Ejército desde mediados de los años 90. Pese a los cambios en la administración civil, la red alrededor del Highlands Forum se ha convertido de forma progresiva en la triunfadora por el dominio de la política de defensa de Estados Unidos.
Gigantescos contratistas como “Booz Allen Hamilton” y “Science Applications Internacional Corporation” son descritos a veces como la “comunidad influyente en la sombra”, debido a las puertas giratorias entre ellas y los gobiernos, y su capacidad para influenciar y aprovecharse de la política de Defensa, simultáneamente. Pero mientras estos contratistas compiten por poder y dinero, también colaboran entre sí cuando conviene. El Highlands Forum ha proporcionado durante veinte años los medios para que algunos de los más destacados miembros de esa comunidad en la sombra se reunieran con antiguos funcionarios gubernamentales, y con otros dirigentes de importantes empresas.
Me topé por primera vez con la existencia de esta red en noviembre de 2014, cuando informé para “Vice’s Motherboard” que la nuevamente anunciada “Defense Innovation Initiative” del secretario de Defensa Chuck Hagel trataba en realidad sobre la construcción de Skynet, o algo similar, esencialmente para dominar la inminente era de una guerra robotizada. Esta historia estaba basada en un informe poco conocido financiado por el Pentágono, publicado dos meses antes por el NDU (National Defense University) en Washington, una institución dirigida por militares que, entre otras cosas, genera investigación para el desarrollo de la política de defensa de Estados Unidos a los más altos niveles. Ese informe clarificaba el pensamiento tras la nueva iniciativa, y los revolucionarios adelantos científicos y tecnológicos que se esperaban capitalizar.
Un coautor de este informe del NDU es Linton Wells, un funcionario de Defensa de 51 años que actuó como jefe de información del Pentágono con la administración Bush, supervisando la NSA y otras agencias de espionaje. Aún mantiene el control sobre materias reservadas, y según un informe de una publicación del ejecutivo, presidió el Highlands Forum, fundado por el Pentágono en 1994.
La revista “New Scientist” ha comparado este Foro con los encuentros elitistas de Davos, Ditchley y Aspen, describiéndolo como “mucho menos conocido, pero… tan influyente como ellos”. Los encuentros regulares del Forum unen “gente innovadora para evaluar interacciones entre la política y la tecnología. Sus mayores éxitos han estado en el desarrollo de redes bélicas basadas en alta tecnología”. Dado el papel de Wells en este Forum, tal vez no sea sorprendente que su informe fuera capaz de tener un impacto tan profundo en la política del Pentágono. Pero si eso fue así, ¿por qué nadie se dio cuenta? Pese a estar patrocinado por el Pentágono, no lo pude encontrar en la web del Departamento de Defensa sobre el Forum. Actuales y antiguas fuentes militares y de inteligencia nunca habían oído hablar de ello, así como tampoco los periodistas sobre seguridad nacional. Yo estaba perplejo.
Nafeez Ahmed https://medium.com/insurge-intelligence/how-the-cia-made-google-e836451a959e https://medium.com/insurge-intelligence/why-google-made-the-nsa-2a80584c9c1