Anoche el gobierno francés obtuvo una clamorosa derrota en la Asamblea en su intento de aprobar una ley de pasaporte sanitario para vacunar a la fuerza a cinco millones de franceses que se han resistido hasta ahora.
Desde el inicio de la pandemia, Macron y los suyos llevan a cabo una actividad legislativa frenética, con 12 nuevos reglamentos que, como es natural, quedan para el futuro; no para esta pandemia sino para la “nueva normalidad” que nos aguarda en todo el mundo: la ley marcial.
Dos años después del inicio de la pandemia, el proyecto de ley francés castiga a las colonias de Martinica y Reunion con un retorno al estado de urgencia, endurece las penas para los que falsifiquen los pasaportes sanitarios… Naturalmente, a los que se oponen a la ley marcial les acusan de ser negacionistas, conspiranoicos, antivacunas…
“Lo excepcional se convierte en norma”, dijo la diputada Marie Ange Magne. Pero hay bastantes que no se quieren enterar. Dicen que ya estamos muy controlados o que el control no puede ser mayor de lo que ya es. Se equivocan. La represión siempre puede avanzar un paso más. A un detenido siempre le pueden pegar un golpe más y al preso le pueden imponer otro mes de encierro adicional. Como dijo un diputado francés, no hay forma humana de justificar el intento de imponer el pasaporte de vacunas a los niños.
El gobierno francés quiere inaugurar una nueva forma de gobierno, diferente de la que conocen desde 1789, siempre con el pretexto de las “crisis sanitarias”. Es similar a la que ya hemos explicado en el caso de Reino Unido: las empresas privadas van a conceder certificados de identidad que, además, van a dejar de ser ocasionales, es decir, que las personas van a tener que ir mostrando a cada paso, diariamente, su acreditación sanitaria.
Las personas van dejar un rastro de cada uno de sus movimientos en la calle, como los caracoles dejan un rastro de babas por el suelo. Será como encontrarse con un control de policía en cada esquina, donde el frutero, el conserje, el camarero y muchos otros ejercerán el papel de nuevos somatenes, serenos o vigías.
“La identidad mencionada en el documento previsto en el primer párrafo de la presente B podrá ser objeto de una comprobación de coherencia documental mediante un documento oficial con fotografía”, dijo Jean-Pierre Pont, ponente del partido La République en Marche, el partido de Macron.
No se trata sólo de exhibir un certificado de vacunación sino de un cotejo documental, como al subir a un avión, donde no es suficiente con mostrar la tarjeta de embarque sino que, además, es necesario acreditar la identidad con un documento oficial. En Francia lo llaman “control de concordancia documental”.
Si no te has vacunado contra el sarampión no importa. Si no te has vacunado contra la polio tampoco. Lo mismo cabe decir de tus vacunas contra la varicela, la tos ferina, la fiebre amarilla o la parotiditis. A partir de ahora lo único importante es demostrarle al frutero que te has vacunado contra el coronavirus.
Una vez que estemos acostumbrados al terrorismo de Estado y lo normalicemos, llegarán otros certificados, salvoconductos y cédulas para salvar vidas, proteger nuestra salud, aliviar la carga hospitalaria…
Pregonar en el desierto.