En la cumbre de Bucarest en 2008, a Ucrania le prometieron su incorporación a la OTAN. El año pasado, en vísperas de la guerra, Ucrania ya participaba en ejercicios militares conjuntos con la OTAN y recibía masivamente armas y entrenamiento de la OTAN. Pero todavía no se había incorporado formalmente.
La Guerra de Ucrania está ahora en su día 500, el país ha sido devastado y sus tropas han sufrido pérdidas de cientos de miles. Sin embargo, en la cumbre de Vilnius, Ucrania fue incluida en la lista de espera del club de socios. El comunicado señala que se ha creado un “Consejo OTAN-Ucrania” para facilitar las “aspiraciones euroatlánticas de Ucrania de ser miembro de la OTAN”, pero el ingreso es tan esquivo como siempre.
Zelensky protestó por esa situación absurda, amenazando con no asistir a la cumbre. Le tuvieron que explicar que no es prudente morder la mano que te da de comer. El Presidente ucraniano obedeció, fue a Vilnius y recibió palmadas en su pequeña cabeza por ser tan complaciente.
¿Por qué la OTAN ha rechazado reiteradamente el ingreso de Ucrania? Biden explicó que si Ucrania se uniera a la OTAN, según el artículo 5 del tratado de la OTAN, Estados Unidos estaría en guerra con Rusia, lo cual no es nada bueno. La extrañeza de esta aclaración ha pasado desapercibida. Si Ucrania ha sido la víctima inocente de una agresión rusa no provocada, era el momento de admitir a Ucrania y apoyarla con el mayor entusiasmo. Es lo que dicta la solidaridad con un amigo en apuros.
Pero Biden dijo que la defensa de Ucrania por parte de las tropas estadounidenses no era una opción. La fea verdad es que la OTAN nunca le ofreció a Ucrania unirse; fue sólo una incitación y una estratagema. Por el contrario, Washington idealmente esperaba armar a Ucrania hasta los dientes para neutralizar militarmente a Rusia sin tener que disparar un solo tiro.
Estados Unidos sabía que estaba jugando con fuego. Rusia nunca aceptaría el cerco que le estaban tendiendo. La sometieron a una guerra para desangrarla, pero Ucrania, sin ser miembro de la OTAN, tendría que valerse por sí misma, luchando y muriendo mientras la industria de la muerte de Estados Unidos vende las armas.
Ucrania solo es útil sin el artículo 5. El papel que le asignaron es el de morir por la OTAN, no al revés. Estados Unidos alimentó a Ucrania con la ilusión de ser miembro de la OTAN, aparentemente para protegerla de la agresión rusa, cuando su verdadero objetivo era provocar una agresión a Rusia en la que Ucrania, por desgracia, tendría que sufrir una devastación para que la OTAN pudiera lograr una victoria inmaculada.
En los años treinta Stalin ofreció a las potencias occidentales que unieran fuerzas con la URSS en un pacto de seguridad colectiva contra la creciente amenaza nazi, mientras que durante la Segunda Guerra Mundial ofreció a las otras potencias aliadas que abrieran un segundo frente (hasta 1944, casi todas las tropas nazis lucharon en el frente oriental). Occidente, sin embargo, tenía su propio plan: dejar que los soviéticos y los nazis se desangraran para poder quedarse con el botín.
Si la URSS era entonces la víctima propiciatoria, Ucrania lo es ahora. La traición de la OTAN a Ucrania es impresionante. Estados Unidos ordenó a Zelensky que lanzara una contraofensiva para la que lamentablemente estaba mal preparada. El copioso comunicado de Vilnius de 11.000 palabras no menciona ni una sola vez la contraofensiva.
Washington buscó neutralizar militarmente a Rusia para expulsarla del tablero de ajedrez de cara a la batalla decisiva que se avecina. Luego, Washington tendría las manos libres en otros lugares, o eso esperaba, pero las cosas resultaron diferentes.
El comunicado de Vilnius afirma que “el objetivo principal y la mayor responsabilidad de la OTAN es garantizar nuestra defensa colectiva, contra todas las amenazas, desde todas las direcciones”. No se mencionan las “amenazas militares”. ¿A qué amenazas se refieren y desde qué dirección? El comunicado de la OTAN no deja lugar a dudas:
“Las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China desafían nuestros intereses, nuestra seguridad y nuestros valores […] La República Popular China busca controlar sectores tecnológicos e industriales clave, infraestructura crítica, materiales estratégicos y cadenas de suministro. Utiliza su influencia económica para crear dependencias estratégicas y fortalecer su influencia”.
En otras palabras, China busca suplantar a Estados Unidos como potencia hegemónica utilizando los mismos métodos que han asegurado el dominio mundial de Washington (junto con Europa como socio menor) desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Los planes para contrarrestar esta “amenaza” son de lo más inquietantes:
“Trabajamos juntos de manera responsable como Aliados para abordar los desafíos sistémicos planteados por la República Popular China a la seguridad euroatlántica y para garantizar la capacidad duradera de la OTAN para garantizar la defensa y la seguridad de los Aliados… La profundización de la asociación estratégica entre la República Popular China y Rusia y sus intentos de socavar el orden internacional basado en normas, que se refuerzan mutuamente, van en contra de nuestros valores e intereses”.
¿Cómo planea exactamente la OTAN defender sus “valores e intereses” contra las “ambiciones” de China?
“Proporcionaremos, individual y colectivamente, todas las fuerzas, capacidades, planes, recursos, medios e infraestructura necesarios para la disuasión y la defensa, incluso para operaciones de guerra multidominio de alta intensidad contra competidores con armas nucleares. En consecuencia, fortaleceremos el entrenamiento y los ejercicios que simulen la dimensión convencional y, para los Aliados involucrados, la dimensión nuclear de una crisis o conflicto, lo que facilitará una mayor coherencia entre los componentes convencionales y nucleares de la postura de disuasión y defensa de la OTAN en todas las áreas y en todo el espectro del conflicto… La OTAN está lista y es capaz de disuadir la agresión y gestionar los riesgos de escalada en una crisis que tendría una dimensión nuclear”.
Esto no presagia nada bueno. La OTAN se prepara para una conflagración nuclear pero, esó sí, desde una perspectiva de género: “Reconocemos la importancia crítica de la participación plena, equitativa y significativa de las mujeres en todos los aspectos de la paz y la estabilidad […] Avanzaremos en la igualdad de género e incorporaremos la perspectiva de género”.