A su regreso de Canada, en el avión de vuelta a Roma, el Papa calificó de “genocidio” las prácticas de los sacerdotes en los internados católicos de Canada, aunque durante su vista oficial de seis no utilizó dicha expresión.
Ya había pedido perdón en numerosas ocasiones a las poblaciones amerindias por el papel desempeñado por “muchos cristianos” en los internados dirigidos por la Iglesia católica.
“No dije la palabra [durante el viaje] porque no se me ocurrió, pero describí el genocidio”, dijo el Papa en el avión de regreso a Roma. Describió un genocidio que consistía en “secuestrar niños, cambiar la cultura, cambiar la mentalidad, cambiar las tradiciones, cambiar una raza, digámoslo así, toda una cultura”.
Unos 150.000 niños fueron reclutados a la fuerza en internados para niños aborígenes en Canadá entre finales del siglo XIX y la década de los noventa. Muchos sufrieron abusos físicos o sexuales, y miles nunca regresaron debido a enfermedades, desnutrición o abandono, siendo enterrados en fosas comunes.