En 2021, durante una cumbre sobre China, Antony Blinken trató de explicar lo que diferencia a Estados Unidos del país asiático. “Nuestro gobierno está comprometido a encabezar la diplomacia para promover los intereses de Estados Unidos y fortalecer el orden internacional basado en reglas”.
China, añadió el secretario de Estado, mantiene un “comportamiento agresivo” que se basa en la “coerción económica”, al tiempo que desprecia la democracia. “Cada una de estas acciones amenaza el orden basado en reglas que mantiene la estabilidad mundial”.
Después el término “orden internacional basado en reglas” se ha convertido en un tema de conversación favorito que el gobierno de Biden ha transmitido al mundo y, sobre todo, a sus grandes cadenas de comunicación.
En las facultades de Derecho los catedráticos están sorprendidos. No saben si es un nuevo nombre para lo mismo de siempre o algo distinto.
El derecho internacional tiene un serio problema: que procede del mutuo acuerdo entre Estados soberanos o de organismos internacionales creados por ellos.
No es lo que Estados Unidos propone: sustituirlo por el dictado característico de su hegemonía o, por decirlo sin eufemismos, la ley del más fuerte. Las reglas tienen un problema: que todos deben cumplirlas, lo cual se vuelve engorroso tarde o temprano. Hasta el más astuto puede pillarse los dedos.
En un editorial el periódico británico Financial Times propone que Estados Unidos se quite la careta y abandone la retórica sobre el “orden basado en reglas” y, en su lugar, vuelva a la retórica de siempre de la Guerra Fría: a diferencia de países como China, Estados Unidos defiende la libertad y la democracia (1).
¿Qué es la libertad y qué es la democracia? Lo que Estados Unidos dictamine. Así es como se cierra el círculo. Lo mismo que en la Guerra Fría, las democracias del mundo no necesitan «disculparse por haber sido despiadadas en la defensa de las sociedades libres”, dice el Financial Times.
“Las propias acciones de Estados Unidos están socavando elementos vitales del orden basado en reglas”, añade el periódico. Es “una frase que no significa nada para una persona normal”.
Estados Unidos infringe las reglas con frecuencia, reconoce también el periódico. “Los aranceles del 100 por cien que el gobierno de Biden ha impuesto a los vehículos eléctricos chinos son prácticamente imposibles de conciliar con las normas comerciales de la Organización Mundial del Comercio”.
La orden de detención contra Netanyahu y Gallant por parte del Tribunal Penal Internacional también ha puesto a Estados Unidos en aprietos. A un socio menor no le pueden pedir cuentas y Blinken ha sido el primero en proponer sanciones contra el Tribunal.
Es la pescadilla que se muerde la cola.
Sería mejor hacer lo que John Bolton propuso hace años: abolir la ONU (2).
Pero la iniciativa del Financial Times tampoco está nada mal. ¿Por qué Estados Unidos está obligado a guardar las apariencias ante el resto del mundo?
Vivimos en un país libre
Si privamos a Estados Unidos de su derecho a decidir cuándo un país es libre y democrático y cuándo no, hay otra manera de saberlo, preguntar a la población, realizar una encuesta: ¿cree Usted que vive en un Estado libre y democrático?
Así se ha hecho recientemente (3) y el ombligo del mundo se quedaría sorprendido si averiguara que China es quien obtiene los mejores resultados. El 79 por cien de sus ciudadanos cree que su país es altamente democrático. Sólo alrededor de la mitad de los estadounidenses encuestados dijeron lo mismo sobre Estados Unidos.
En el ombligo del mundo los charlatanes creen que un país es libre y democrático solo porque hay muchos partidos, muchas elecciones y muchas tertulias en televisión. Sin embargo, la población opina como Rousseau. Lo que más le gusta es que su gobierno sirva a los intereses de la mayoría y no a la minoría, ni a sí mismo.
(1) https://www.ft.com/content/8249cd96-bda3-48c9-bf91-005df4125f9d
(2) https://www.forbes.com/sites/mikeosullivan/2020/06/19/rebutting-john-boltons-vision-for-the-un/
(3) https://www.allianceofdemocracies.org/wp-content/uploads/2024/05/DPI-2024.pdf
Una contradicción similar ocurre cuando el entorno atlántico se propone confiscar los intereses de los ahorros de cuentas rusas en bancos europeos. El thinktank Bruegel recomendó que no se llevara a cabo, porque eso socavaría la confianza en el sistema bancario internacional. Pero ese «orden basado en reglas» parece estar incluso por encima de los más sagrados fundamentos del liberalismo.