Con el transcurso de los años, el escenario internacional se ha llenado de organismos supranacionales. A ellos hay que añadir los organismos regionales: latinoamericanos, africanos, europeos… Algunos de los más recientes tienen pretensiones científicas y sus informes crean un canon, como ocurre en cualquier religión. Un documento respaldado por un organisno internacional, como la OMS, tiene un peso mucho mayor que cualquier otro, se reproduce con mayor frecuencia y, en el caso de resultar erróneo, es una pesadilla tratar de que se corrija un error.
Uno de esos organismos cientificos interncionales es la OMM (Organización Meteorológica Mundial), que hoy toca poner bajo la lupa en relación con el informe publicado a finales de agosto, titulado “Atlas Mundial de la Mortalidad y las Pérdidas Económicas Causadas por los Fenómenos del Tiempo, el Clima y el Agua” (*). En realidad, los organismos internacionales, como la OMM, no elaboran nada por sí mismos, sino que subcontratan los estudios a terceros. En este caso, el Atlas es obra de 12 autores, está avalada por 6 revisores y, naturalmente, por la cúpula de la organización.
Las tesis siguen el tópico posmoderno de que cada vez hay más desastres naturales y cada vez son más graves, aunque el estudio no se basa en ninguna fuente nueva. Todas las cifras utilizadas proceden de una base de datos establecida a lo largo de los años por el Cred, un instituto de la Universidad de Lovaina, en Bélgica. Se trata, pues, de un estudio nuevo con datos antiguos.
Con el paso de los años las bases de datos, como la del Cred, se van llenando. Cada vez hay más instituciones que informan de desastres, por lo que parece que cada vez hay más desastres. Al final cualquier acontecimiento meteorológico es un desastre. Es un desastre que llueva poco y es otro desastre que llueva torrencialmente.
En los años 80 y 90, Cred llegaba a 90 países y en 2019 a 120, pero eso es algo de lo que el Atlas Mundial no dice nada, por lo que induce al error.
Los tres parámetros que utiliza la OMM (número de sucesos, número de víctimas mortales, coste de los daños) no tienen ningún sentido y el número bruto de desastres naturales tampoco. Hasta el escolar más distraído sabe que sólo se pueden sumar cantidades homogéneas. No se puede sumar una ola de calor con una inundación catastrófica para obtener dos desastres.
Un país de ciclones tropicales, como Estados Unidos, los clasifica en 6 grupos diferentes, lo que no ocurre con el Atlas Mundial.
Es preferible recurrir al número de muertes como indicador porque es algo homogéneo, cualquiera que sea el desastre y, por lo tanto, se pueden sumar. Pero no en todos los países los registros de defunción son fiables. La fiabilidad de los registros va mejorando en muchos países, por lo que no se deberían comparar las cifras de muertos por un tornado en 1970, con los de la actualidad.
Las muertes plantean otro problema serio: demostrar que han sido causadas por el desastre. Por ejemplo, el Atlas Mundial considera que el desastre más mortífero del mundo en los últimos 50 años ha sido la sequía de 1983 en Etiopía, que causó 300.000 muertos. Pero la sequía coincidió en el tiempo con una violenta guerra contra el gobierno progresista que mató al ganado, destruyó los equipos agrícolas, quemó las cosechas y mató de hambre sistemáticamente a poblaciones enteras. Los 300.000 muertos no se pueden atribuir, pues, a la sequía y, en consecuencia, es posible que no haya sido el peor desastre mundian de los últimos cincuenta años.
El coste de los daños es otra de las varas de medir que utiliza el Atlas Mundial, pero supone salir del terreno meteorológico para ir al económico, a los precios y a la inflación. La OMM pasa ampliamente de indicarlo siquiera.
Con el tiempo se han producido cambios en cada país. Unos son demográficos, otros suponen crecimiento del PIB y, finalmente, cada vez se implementan más medidas contra los desastres. Desde 1975, que el Atlas se toma como referencia inicial, la población mundial aumentó un 81 por ciento. Si la frecuencia y la violencia de las desastres naturales se hubieran mantenido constantes, el número de muertes también se habría duplicado. Sin embargo, el número de muertes ha disminuido un 67 por cien.
El coste de los daños está en función del desarrollo económico, de los edificios, fábricas, puentes o cultivos. A más desarrollo, más daños causará una inundación o un tornado. El Atlas de la OMM tampoco menciona esta circunstancia.
A pesar de las chapuzas, el Atlas Mundial coincide en el tópico posmoderno de la intimidación seudocientífica: el número de desastres naturales se ha quintuplicado. Es el típico documento destinado a la propaganda, a los medios y a comer la cabeza a los estudiantes menos atentos.
—https://public.wmo.int/en/media/news/atlas-of-mortality-and-economic-losses-from-weather-climate-and-water-extremes-1970-2019