El mayor monopolio químico alemán, Basf, planea deslocalizar las producciones intensivas en energía, ante el aumento de los costes. La empresa considera que la industria química europea no es competitiva en el contexto de la subida de los precios del gas.
El monopolio ha aprobado un proyecto para ahorrar 1.000 millones de euros en 2023 y 2024, sobre todo mediante despidos masivos de la plantilla. Pero sólo los cambios en la forma de producir pueden tener un impacto real en la cuenta de resultados, según Martin Brudermüller, su director.
Basf es la empresa química más grande del mundo. También es el mayor consumidor de gas en Alemania, con un consumo de 47 teravatios por hora al año.
Brudermüller ha advirtido que la mayor parte del ahorro que han logrado procede de parar la producción. Para el director de Basf, “a largo plazo los costes serán unas tres veces más altos en Europa que en Estados Unidos”, aunque sólo sea por los mayores costes del gas licuado.
Para seguir siendo competitivo en el mercado mundial, el monopolio alemán tendrá que ir a producir a países donde la energía sea más barata, es decir, a Estados Unidos.
La balanza comercial europea seguirá hundiéndose, el euro seguirá cayendo frente al dólar y el capital financiero se pondrá al borde del abismo.
La fábrica principal Basf está ubicada en la ciudad alemana de Ludwigshafen. Se trata del recinto industrial más extenso de Europa: tiene una superficie de 10 kilómetros cuadrados, un centro de producción con dos mil edificios, 115 kilómetros de calles, 211 kilómetros y un total de 40.000 trabajadores.