En 1968 comenzó una epidemia de gripe H3N2 en Hong Kong que luego alcanzó a Estados Unidos, con un punto máximo al año siguiente. Dicen que mató a un millón de personas en todo el mundo, la mayoría de ellas mayores de 65 años.En aquellos días la esperanza de vida en Estados Unidos era de 70 años, mientras que hoy en día es de 78. La población era de 200 millones en comparación con los 328 millones de hoy.
Entonces murieron 100.000 personas en Estados Unidos. El gobierno no confinó a nadie, ni cerraron los establecimientos públicos. La mayoría de las escuelas permanecieron abiertas. Se podía ir al cine, a los bares y a los restaurantes. El histórico concierto de Woodstock de agosto de 1969 convocó a medio millón de personas en plena pandemia.
Cientos de miles de personas fueron hospitalizadas, pero el Congreso no aprobó ninguna legislación especial. No hubo escaladas ni desescaladas, ni fases.
Las tonterías fueron las justas. A los expertos no los llevaron a hablar por la tele, ni por la radio. A ningún idiota se le ocurrió proponer un “distanciamiento social”, ni aplanar ninguna curva.
Durante meses los medios hablaron de la pandemia sin ningún alarde, sin atosigar. El amarillismo aún no había llegado a la sanidad y la pandemia ocupaba su sitio junto al viaje a la Luna, la Guerra de Vietnam, las manifestaciones pacifistas y por los derechos civiles…
¿Saben ahora más los científicos sobre los virus de lo que sabían entonces o, más bien al contrario, cada vez están más idiotizados?
Jimi Hendrix en el escenario |