Las cartillas de racionamiento son uno de los programas de ayuda social más importante de Estados Unidos que, con la crisis, se ha convertido para muchas familias en la única forma de supervivencia.
El programa público es un suplemento nutricional que beneficia a casi 48 millones de personas, una población bastante superior al total de la población española. De ella, más de 16 millones de hambrientos son niños. En términos relativos supone un estadounidense de cada seis.
El hambre no ataca en la misma medida en todos los Estados federados, teniendo un mayor -crecimiento en los de Illinois y Wyoming.
Además de la caridad pública, existen numerosas ONG y 200 bancos de alimentos que la complementan para saciar el hambre de los sectores más humildes de la población.
Sin embargo, es un error creer que el hambre procede del desempleo o de la marginación, ya que según datos de la ONG Feeding America, un 36 por ciento de las personas que alimenta viven en familias en las que al menos uno de ellos tiene un empleo, es decir, que los salarios que perciben no son suficientes ni siquiera para cubrir las necesidades alimenticias de la unidad familiar.
El hambre no es consecuencia, pues, de la pobreza sino de la explotación capitalista.