La Siria que una vez conocimos, ya no existe. Lo que está en juego es su subsistencia como Estado. En su forma actual, el país fundado en 1946, podría desaparecer completamente del mapa de Oriente Medio.
Lo que hay que explicar no son sólo los motivos de la caída del gobierno de Bashar Al Assad, sino también la rapidez con la que se ha producido. No tiene sentido que una guerra que se prolongó durante 13 años termine con una ofensiva de apenas 13 días.
El detonante principal ha sido que la dirección política de Siria estaba dividida, de lo que se desprende una labor de zapa de los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel, que comprende la traición de una parte de la cúpula y, desde luego, de ciertas unidades del ejército.
Esa división interna paralizó la capacidad de resistencia, lo que explica la rapidez con la que se han desenvuelto los acontecimientos.
El gobierno sirio también bajó la guardia como consecuencia de los cantos de sirena que recibió por parte de la Liga Árabe y, especialmente, de los padrinos saudíes. Desde 2021 Bashar Al Assad fue invitado y recibido en los países árabes con toda clase de ceremoniales.
Los países del Golfo le prometieron que los terroristas iban a permanecer en Idlib, así como una ayuda económica a fondo perdido. Las garantías fueron confirmadas por las potencias occidentales, pero las promesas nada tenían que ver con la realidad: las sanciones de Europa y Estados Unidos siguieron repercutiendo en la sociedad siria.
Mientras los terroristas se fortalecían en Idlib, el ejército sirio también quedó anestesiado por los Acuerdos de Astaná entre Rusia, Irán y Turquía, comprometidos a contener a los yihadistas en Idlib.
Antes del inicio de la guerra en Líbano, Irán advirtió repetidamente a los sirios del fortalecimiento de los terroristas en Idlib. “Teníamos información de que HTS iba a atacar Alepo desde Idlib. Toda la información se transmitió al gobierno sirio. Lo que nos sorprendió fue la incapacidad de las fuerzas sirias para enfrentarse al HTS, la reacción del ejército y la inesperada rapidez de los acontecimientos. El propio Bashar Al Assad se vio sorprendido por su ejército”, ha dicho hoy el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Abbas Araqchi.
El martes de la semana pasada Araqchi dijo que estaban dispuestos a enviar de tropas a Siria para luchar contra los terroristas, si así lo solicitaba el gobierno sirio. El ofrecimiento cayó en saco roto porque el gobierno de Damasco confiaba en las promesas de los países árabes y de Occidente.
Este proceso continuó hasta las últimas horas de la caída de Assad. La presencia de funcionarios iraníes al más alto nivel para negociar con él demostró la seria determinación de Irán de fortalecer a Damasco. Pero Assad cometió un error estratégico al confiar en promesas de otros países árabes y de Occidente.
Hasta el último minuto, Irán intentó convencer a Assad de la gravedad de la situación, que se dio cuenta demasiado tarde de que las promesas de La Liga Árabe y las potencias occidentales eran falsas.
“Sabíamos que era un plan de los Estados Unidos y el régimen sionista, pero en el terreno y en la inteligencia, nuestros amigos estaban completamente al tanto de los movimientos en Idlib, y toda la información se transmitió al gobierno sirio”, ha añadido Araqchi. “Creo que el ejército sirio había sido capturado por la guerra sicológica”.
En los últimos años el ejército sirio fue desmantelado progresivamente, perdiendo su capacidad de combate, lo cual sólo en parte se explica la labor de zapa de los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel.
En 2018 Rusia le propuso al gobierno sirio reformar el ejército, ofreciéndose a suministrar nuevos equipos a crédito. Los sirios rechazaron la propuesta.
Las bajas en filas se contaron por cientos de miles, al menos 230.000. Actualmente el ejército árabe sirio tenía un componente de cerca 300.000 efectivos. Todos los comandantes sirios de combate que lucharon con el ejército ruso desde 2015 fueron destituidos de los puestos de mando del ejército regular. Las unidades entrenadas fueron disueltas. Durante el año pasado se nombraron nuevos comandantes en todas las divisiones y brigadas en las zonas de Alepo, Idlib y Hama. Todos ellos desertaron con sus soldados.
Por el contrario, después de años de adiestramiento en Idlib, los yihadistas sirios, muchos de ellos mercenarios extranjeros, estaban excepcionalmente bien armados y equipados. Contaban con drones, artillería, comunicaciones Starlink, mando profesional e incluso equipos de visión nocturna.
Imperdonable haber consentido la labor de desmantelamiento del EAS 🇸🇾. Cómo pudo pasar esto en las propias narices de rusos 🇷🇺 e iraníes 🇮🇷?