El gobierno comunista nepalí pone freno a la penetración de los evangelistas procedentes de Estados Unidos

En Nepal el gobierno comunista ha aprobado una ley para prohibir las conversiones religiosas, lo que no es fácil de explicar para quienes consideran que la religión no tiene que ver con “la política”, o que se trata de convicciones personales o prácticas rituales.

Las religiones no son otra cosa que instrumentos de dominación política, por lo que no pueden ser iguales en Estados diferentes. Una de las estupideces más grandes, muy extendida entre los ateos, consiste en creer que “todas las religiones son iguales”.

El gobierno de Nepal ha vuelto a demostrarlo y no tiene que ver tampoco con su carácter comunista, sino más bien con el nacionalismo. La prohibición de la propaganda para que la población cambie sus creencias religiosas es un intento de poner frente a la proliferación de movimientos cristianas que, bajo la forma de ONG, se han multiplicado en Nepal desde el final de la guerra de guerrillas.

Aunque la ley no lo dice, se trata de contener la plaga evangelista que ha desembarcado en el “techo del mundo”, cuya población hasta ahora era tradicionalmente hindú.

“Nadie puede convertir a otro para que cambie de religión, ni predicar su propia religión o creencias con las mismas intenciones, ya sea mediante el uso de métodos atractivos o poco atractivos, ni perturbar la religión o las creencias de ningún grupo étnico o comunidad que las haya practicado desde la antigüedad”, dice la ley.

En diez años el número de cristianos se ha triplicado en Nepal, especialmente entre los habitantes más pobres. Han desembarcado en compañía de la música “gospel” y otras sorpresas ajenas a los países asiáticos.

Lo mismo que en Latinoamérica, el evangelismo llega a Nepal como “quinta columna” del imperialismo para enfrentarlas entre sí a las comunidades locales y, finalmente, destruirlas y desestabilizarlas.

Dentro de poco empezaremos a leer “noticias” sobre persecuciones religiosas en Nepal, que serán equiparadas a las del Tíbet, con explicaciones que reconducen a la Guerra Fría, a Stalin, a Mao…

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