“La salida de Grecia es una posibilidad”, admitió Lagarde antes de la reunión de los ministros de Finanzas del G-7 en Dresde (Alemania). La directora del FMI incidió en que este desenlace de la crisis de la deuda griega no sería “ningún paseo” para los miembros de la unión monetaria europea, pero consideró que “probablemente” tampoco supondría “el fin del euro”.
Lagarde descartó que el FMI desembolse nuevos préstamos a Grecia sin llegar a un acuerdo claro sobre las reformas a adoptar, pese a la amenaza de bancarrota del Estado griego, escudándose en que los buitres tienen sus reglas y sus “principios”.
La directora afirmó también que no cree que el FMI sea responsable del destino de Grecia en la unión monetaria y apuntó que si los europeos quieren evitar la bancarrota del Estado griego que se avecina en las próximas semanas tendrían que tomar precauciones. En su opinión, si se cumplen las condiciones, los países del euro y el BCE podrían “dar un poco de espacio para respirar” a los griegos.
Asimismo, discrepó con el gobierno griegas sobre la cercanía de un acuerdo entre el país heleno y sus acreedores, ya que consideró “muy poco probable” que se “alcance una solución global en los próximos días”. Sin embargo, la antigua ministra francesa sí reconoció que después de diez días de señales positivas por parte de Grecia, las negociaciones se volvieron más serias las semana pasada, lo cual indica que Syriza ha empezado a agachar la cabeza.