El FMI advierte contra el proteccionismo y el peligro de guerra mundial

En su entrevista al “Financial Times” de 5 de julio la directora del Fondo Monetario Internacional ha acabado por aclararnos más que todos los grupos seudorrevolucionarios en las últimas décadas: el verdadero significado de todo ese nuevo diccionario que -de mala manera- han ido inventando con términos como globalización, neoliberalismo, transnacionales y otros.

Como los grandes monopolistas, Lagarde habla para los suyos y no se muerde la lengua: las tendencias económicas proteccionistas se imponen en el mundo, lo cual conduce a una nueva guerra mundial. Sin embargo, la directora “confía” en que no vuelva a reproducirse otra vez algo como lo que ocurrió en 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial.

A diferencia de los viejos y nuevos reformistas, Lagarde no pretende distraer la atención de nadie. Ni las preguntas ni las respuestas se anduvieron con rodeos. El periodista le preguntó muy claramente por las consecuencias del crecimiento de los “conflictos comerciales” y el proteccionismo. En el pasado las olas de proteccionismo han causado numerosas guerras, respondió Lagarde.

Menos mal que tenemos a buitres como Lagarde para aclararnos las cosas que otros quieren nublar. Lagarde cumple cinco años al frente del FMI y quiso celebrar la renovación de su mandato con una entrevista al portavoz por excelencia de los buitres financieros. La directora cuenta lo que hay en el mundo ahora mismo, aunque lo envuelve en el paquete de las mejores intenciones. Pero no confunde sus deseos con la realidad. Lo que hay no es lo que le gustaría.

A pesar de que el imperialismo lucha contra el proteccionismo desde 1945, el proteccionismo se vuelve a imponer porque, como decía Marx, cuando tratas de arrojar a la historia por la puerta, vuelve a entrar por la ventana. La consigna de Lagarde es favorable al “neoliberalismo”: hay que resistir al proteccionismo, dice recordando el informe de la Organización Mundial de Comercio publicado hace un mes, en el que constata que entre octubre del año pasado y mayo del actual los Estados miembros aprobaron 145 medidas restrictivas del comercio mundial.

Sin ninguna duda, el proteccionismo conducirá a una severa depresión en todo el mundo, pero todas y cada una de las instituciones monopolistas mundiales están sumidas en el descrédito más absoluto desde su fundación en la posguerra, empezando por la Unión Europea. El referéndum del Brexit, la campaña de Donald Trump a la presidencia, las elecciones en Austria y Australia así lo demuestran de forma dramática.

En el terreno político se ha impuesto una cierta desmundialización. Predominan el nacionalismo, el racismo, la xenofobia y, en fin, todas las taras de la burguesía han aparecido encima de la mesa. Pero la burguesía se preocupa por sí misma: “Debemos implementar políticas para que todo el mundo comprenda las ventajas de la mundialización, de manera que no se entienda como ventajosa para quienes ganan con ella, no para los que pierden y son abandonados a la deriva y nadie les presta atención”.

¿Se dan cuenta? Nada menos que la presidenta del FMI se preocupa por los parias de la tierra. Sólo le faltaba hablar del incremento de las “desigualdades sociales” para que su discurso se confunda con el de Errejón.

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