Desde 2016 Alemania ha destinado 10.000 millones de euros a financiar las ventas de unos 2,1 millones de vehículos eléctricos. Desde el pasado domingo las subvenciones se han acabado y las consecuencias sobre las ventas serán desastrosas.
Gracias al “bono ecológico” Alemania ha multiplicado el número de coches eléctricos en circulación, alcanzando el 18 por cien de sus ventas totales entre enero y noviembre de este año.
Ahora el gobierno ha acabado con las ayudas concedidas a la compra de vehículos eléctricos, por un importe de 4.500 euros para vehículos de menos de 40.000 euros y 3.000 para los de hasta 65.000 euros.
El gobierno se vio obligado a congelar una dotación de 60.000 millones de euros pagada al Fondo para el Clima y la Transformación que financió la medida para respetar la llamada regla del “freno a la deuda”. En noviembre, el Tribunal Constitucional dictaminó que debía reintroducirse esa norma, suspendida durante la crisis sanitaria, y prohibió la subvención de 60.000 millones de euros.
A finales del año pasado Noruega, pionera en vehículos eléctricos, decidió cortar el grifo de las subvenciones, lo que provocó inmediatamente una caída de las ventas de vehículos eléctricos de más del 75 por cien en el primer mes. Una cifra que posteriormente descendió, pero que continuó con una tendencia a la baja.
Lo mismo ocurre con China, que optó por eliminar sus subvenciones a finales del año pasado, antes de ofrecer incentivos fiscales por valor de 66.160 millones de euros en junio de este año, tras la caída de sus ventas.
En Alemania la eliminación del “bono ecológico” socavará a largo plazo el objetivo del gobierno de coalición de poner alrededor de 15 millones de coches eléctricos en el mercado en 2030.
No obstante, el verdadero peligro para los coches eléctricos europeos está en China, que los fabrica mucho más baratos. Si Bruselas quiere evitar el hundimiento de la industria occidental de vehículos eléctricos, deberá volver a subvencionar la producción local.