Si el fichaje se hubiera producido en Alemania y el individuo hubiera aparecido con una camiseta con la imagen de Hitler, la cosa no se hubiera podido saldar con unas disculpas, ni con una incultura galopante. Alguien le habría sacado de su tontería al futbolista para explicarle que mostrar en público la cara de un verdugo no es nada simpático.
Pero en España nadie advirtió al futbolista que no hiciera el gilipollas. En las clases de historia que aquí se imparten se pasa de puntillas sobre las décadas de sanguinaria dictadura para no herir la sensibilidad de los fascistas, que no se esconde en reivindicar un pasado de represión, crímenes y torturas porque se sabe impune ante las leyes.
Aquí el Código Penal no considera la apología del fascismo como un delito, mientras en Alemania el artículo 86 del Código Penal castiga la propaganda y exhibición de símbolos nazis. Levantar el brazo con un saludo fascista o ponerse una camiseta con la foto de Hitler está penado por la ley. Lo mismo sucede en los Códigos Penales de Francia o Italia.
En España han aprobado una ley mordaza para mantener a la gente con la boca cerrada ante la explotación y apelan a la libertad de expresión para quienes celebran la dictadura franquista y lucen sin pudor su simbología.
La deformación que se proporciona en las escuelas españolas sobre tantas cosas, incluido el fascismo, es una parte del problema. Pero es que las escuelas son parte del fascismo. ¿Qué se habían creído?
Que quieren?
Ni todo el mundo puede ser un Cristiano Ronaldo que dijo “Yo no intercambio mi camiseta con asesinos” refiriéndose a los jugadores israelíes…
Refiriéndonos a un futbolista con una camiseta sobre política e historia yo creo que es más cuestión de ignorancia que de maldad.