Durante dos años Ucrania ha estado suplicando por el envío de material militar a sus amos occidentales. Primero le enviaron la chatarra más oxidada y luego los últimos modelos, especialmente de tanques.
Los suministros eran de cara a la galería, una exhibición de fuerza que no se atrevieron a poner en la primera línea del frente por el miedo al ridículo. Lo explicó el general Valery Zaluzhny, el máximo dirigente militar ucraniano hasta unas pocas semanas: estaban combatiendo en una “guerra de una única oportunidad”.
Quería decir que los nuevos sistemas de armas de la OTAN se vuelven superfluos rápidamente porque los rusos los contrarrestan. Por ejemplo, al principio los ucranianos pudieron utilizar con éxito los misiles de crucero Storm Shadow y SCALP suministrados por Reino Unido y Francia, pero sólo por un corto espacio de tiempo. Los rusos no dieron segundas oportunidades y aprendieron a contrarrestar las armas más avanzadas.
También ocurrió con los misiles alemanes Taurus y ahora con los tanques estadounidenses Abrams. El Pentágono no les dejó someterlos a la artillería y los drones rusos. Cuando los probaron, su fragilidad quedó en evidencia. La 47 Brigada Mecanizada ucraniana que recibió los tanques tuvo que reforzar su protección equipándolos con armadura reactiva explosiva (ERA).
Luego los nuevos tanques fueron enviados al sector de Avdeievka, donde fueron pasto de los drones kamikaze rusos. Son rápidamente detectados y rastreados por los drones y la artillería rusos, dijo un miilar estadounidense a la prensa. “No hay ningún terreno abierto que uno pueda cruzar sin temor a ser detectado”, insistió.
Ya no sirven más que para chatarra. El vicepresidente del Estado Mayor Conjunto, el almirante Christopher Grady, ha confirmado su retirada del frente. El 1 de mayo se inaugurará en Moscú una exibición al aire libre con estos equipos militares capturados al ejército ucraniano, procedentes de 12 países distintos de la OTAN.
De los 31 tanques M1A1 Abrams SA entregados por Estados Unidos en septiembre pasado, el ejército ucraniano ya ha perdido al menos 5 desde febrero. Otros tres han quedado dañados. Una cuarta parte de los tanques han quedado fuera de servicio en dos meses, ya sea de forma permanente o temporal.
Junto con los Leopard 2 entregados por varios miembros de la OTAN, el M1A1 Abrams SA debería haber permitido a las fuerzas ucranianas romper la línea del frente. Sin embargo, no dieron los resultados que Kiev esperaba.
“La lucha ha evolucionado. Los vehículos blindados pueden estar en peligro en un entorno donde los drones son omnipresentes”, reconoce el Pentágono.