El despliegue es consecuencia de un acuerdo de los kurdos con el mando ruso en Alepo por el que estos últimos se encargarán, además, de la formación militar de las unidades kurdas en Afrin, Qamichli y Hassaka.
Aunque la información contiene algún error, pone de manifiesto el papel que Rusia se ha impuesto a sí misma, tanto en la Guerra de Siria como en Oriente Medio, en general, que es la de arbitraje, mediación y estabilización entre las numerosas partes enfrentadas.
Un diputado kurdo del Parlamento irakí, Salar Mahmud, ha denunciado que el plan turco consiste en apoderarse del monte Sinjar, al oeste de Mosul, con el fin de impedir que el PKK cree una segunda base de apoyo, como en el monte Qandil, y cerrar las vías de acceso entre el Kurdistán irakí y el sirio.
En una entrevista a la televisión Sumaria, el diputado kurdo asegura que Turquía encubre sus planes dentro del proyecto de liberar a Mosul del Califato Islámico. Pero eso no puede ser factible porque el gobierno central de Bagdad ya ha repetido que no admite tropas extranjeras sobre su suelo y que será su propio ejército quien asaltará Mosul con sus propias fuerzas.
Incluso el primer ministro, Haider Al-Abadi, se ha referido expresamente a que no acepta la invitación de Erdogan de colaborar en la liberación de Mosul. Durante la anterior incursión en el norte de Irak, el gobierno de Bagdad ya exigió que las tropas turcas salieran de su territorio “en 24 horas”.