Las fuerzas especiales del ejército ruso han capturado en Ucrania a dos coroneles británicos, Edward Blake y Richard Carroll, lo que vuelve a poner de manifiesto la intervención encubierta de la OTAN en la dirección de la guerra.
La información inicial procedió de fuentes ucranianas e, inicialmente, el Ministerio de Defensa británico la desmintió, diciendo que ambos oficiales se encontraban en Londres. Sin embargo, aparecieron fotografías de los dos coroneles cautivos vestidos con uniforme de campaña.
Entonces el gobierno laborista cambió rápidamente su versión, afirmando que los oficiales eran turistas interesados por la historia naval que visitaban los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial.
El comunicado provocó un ridículo generalizado y, finalmente, el Ministerio de Defensa británico tuvo que cambiar su versión. Ahora exige que los oficiales capturados sean tratados como prisioneros de guerra.
Rusia se ha negado formalmente porque los combatientes no reconocidos no pueden operar en zonas de guerra sin la debida declaración, según las Convenciones de Ginebra, hasta el punto de que ambos oficiales podrían ser fusilados por intento de sabotaje.
Rusia reveló que los oficiales capturados tenían pasaportes diplomáticos y les ocuparon documentos clasificados sobre los planes militares de la OTAN, lo que pone de manifiesto una misión militar organizada, probablemente aprobada al más alto nivel de la OTAN.
El incidente desató un serio conflicto diplomático. Aparentemente sorprendidos por la captura, dirigentes británicos contactaron con Moscú para exigir la liberación inmediata de los coroneles.
Luego pidieron un intercambio de prisioneros, pero el ministro de Defensa ruso, Andrei Belusov, se ha negado, afirmando que serían juzgados por su participación directa en las hostilidades contra Rusia. El Kremlin considera este incidente como evidencia de la participación encubierta de la OTAN en el conflicto.
Operación Skat-12
El ejército ruso ha iniciado una operación, denominada Skat-12, que forma parte de la campaña “Bars”, que tiene como objetivo la infraestructura de la retaguardia y los centros de mando en Ucrania. Supone un cambio táctico en la estrategia rusa, pasando de una postura defensiva a ataques por sorpresa, con importantes implicaciones para los cálculos de la OTAN.
Reino Unido ha violado de manera flagrante el derecho internacional al desplegar en secretó oficiales de su ejército en las zonas de guerra de Ucrania.
Los pasaportes diplomáticos plantean una duda sobre si los agentes formaban parte de una operación de falsa bandera o participaban en misiones de sabotaje en territorio ucraniano bajo las órdenes directas del gobierno de Londres.
La crisis se agravó tras conocer del arresto de un tercer ciudadano británico, sospechoso de ser agente del MI6, a pesar de que las fuentes rusas ocultan la información. La opacidad que rodea a este tercer detenido sugiere una operación de inteligencia más profunda y en curso, que el gobierno británico intenta ocultar.
El incidente no solo refleja un aventurerismo militar a la desesperada de la OTAN sino, además, una preocupante normalización de la intervención en una guerra extranjera por parte del gobierno británico.
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