Los grupos yihadistas han violado más de 300 veces la tregua desde que ésta entró en vigor el 12 de septiembre y no han cumplido con lo estipulado en el acuerdo.
El pasado sábado 62 soldados murieron y otro centenar resultaron heridos a consecuencia de un bombardeo de aviones de Estados Unidos, Reino Unidos, Australia y Dinamarca. Algunas fuentes indican que en la acción también murieron siete miembros de las fuerzas especiales rusas.
El ejército sirio defiende que el alto el fuego debía ser una “oportunidad real para detener el derramamiento de sangre”, pero los grupos yihadistas no lo han respetado, mientras que los militares han hecho todo lo posible para mantenerlo.
Los yihadistas han aprovechado la calma para seguir con sus ataques, frente a lo cual el Ejército ha actuado con “moderación” y solo ha respondido cuando se ha visto obligado a ello. En particular, ha denunciado los ataques perpetrados en Alepo, Hama y Quneitra.
Así las cosas, ha anunciado que seguirá adelante con su lucha contra las organizaciones yihadistas, término empleado por el gobierno de Damasco para incluir tanto al Califato Islámico, como al Frente Fatá Al-Sham (antiguo Frente Al-Nosra), a Ahrar Al-Sham y demás milicias yihadistas.
Por su parte, esta tarde Al-Assad ha calificado el bombardeo de Estados Unidos contra las posiciones del ejército sirio en Deir-Ezzor como “una agresión que sirve a los intereses de los milicianos del Califato islámico”.
“Este incidente, en el que participó la coalición liderada por Estados Unidos, es una prueba de apoyo a los terroristas por parte de los países que se oponen a Siria”, afirmó el presidente sirio.