El dólar está abocado al colapso

El poder hegemónico logrado por Estados Unidos en la posguerra, impuesto en Breton Woods, apenas duró 15 años. En 1971 casi todos los países del mundo pusieron sus monedas en flotación, lo cual era contrario a los estatutos del Fondo Monetario Internacional.

Al mismo tiempo apareció un doble mercado del oro, uno oficial con la paridad aprobada en Bretton Woods (35 dólares la onza) y otro libre con una cotización seis veces superior. Era obvio que el dólar estaba sobrevalorado y Nixon enseñó sus vergüenzas al negar su convertibilidad. Era una quiebra encubierta.

Para salir del atolladero Estados Unidos llegó a un acuerdo con Arabia saudí y después con la OPEP, la organización internacional de países exportadores de petróleo, para que las ventas de petróleo en el mercado mundial se pagaran en dólares.

Ya no era el oro sino el petróleo, el “oro negro”, lo que respaldaba al dólar. Nació el término “petrodólar”, acuñado en 1973 por Ibrahim Oweiss, profesor de economía de la universidad de Georgetown.

La medida significaba que para comprar petróleo las economías que entonces se encontraban en expansión, como Japón, debían hacerse antes con dólares y, por consiguiente, debían vender sus exportaciones en esa misma divisa.

Significaba también que quienes no tenían capacidad para exportar debían pedir préstamos en dólares para pagar sus compras de petróleo. El petróleo no es sólo una materia prima estratégica para el capitalismo mundial, sino que la forma de pago en dólares también lo es.

Los países exportadores de petróleo, como Arabia saudí, invirtieron sus excedentes de dólares en bonos del Tesoro de Estados Unidos, que obtuvo una fuente gratuita de financiación de sus gastos: petróleo gratuito, guerras gratuitas… Todo el flujo financiero pasaba por las manos y los bolsillos del Banco de la Reserva Federal de Washington. Para Estados Unidos el precio del petróleo nunca ha sido ningún problema: cuanto más caro, mejor, más dólares se ponen en circulación y más deuda pública a la venta.

A cambio, Estados Unidos garantizó del mantenimiento en el poder de los países y los dirigentes de la OPEP, en especial de Arabia saudí, frente a los comunistas. El petróleo se convirtió en el centro de Oriente Medio y Oriente Medio se convirtió en el centro del mundo.


Por su parte, Estados Unidos acabó siendo el país parásito de hoy día. No necesita dinero para comprar nada ya que tiene una máquina de fotocopiar dólares que todo el mundo acepta como moneda de pago.

Como buen parásito, Estados Unidos debe dinero a todo el mundo: 18 billones de dólares. El país debe dinero, el Estado debe dinero, las empresas deben dinero… todos y cada uno de los ciudadanos deben dinero a algún banco.

Las transacciones de petróleo representan casi el 10 por ciento del PIB mundial. Como la propia dominación política y militar estadounidense, todo un fantástico negocio especulativo gira en torno al dólar y a que el comercio internacional se paga en dólares.

En 2000 Francia y otros países de la Unión Europea convencieron a Saddam Hussein para que vendiera el petróleo de Irak a cambio de alimentos en euros. Como dijo la revista Time (13 de noviembre de 2000), a Saddam no le importaba que el euro se estuviera devaluando frente al dólar; lo que no quería era tratar con “la moneda del enemigo” (*).

Al mismo tiempo que esto estaba ocurriendo, algunos seguían enfangados con el mito del “neoliberalismo”

Durante tres años, de 2000 a 2003, otros países exportadores de petróleo, como Rusia, Irán, Indonesia y Venezuela, se unieron a Irak y también amagaron con cobrar el petróleo en otras monedas. El imperio y el negocio amenazaban otra vez con la quiebra, por lo que Estados Unidos invadió Irak y asesinó a Saddam Hussein. Una de las primeras medidas económicas tomadas por los ocupantes fue la de volver al pago del petróleo en dólares.

La excusa con la que entretuvieron al mundo fueron las armas de destrucción masiva.

La guerra de Irak fue un aviso para navegantes.

En 2006 Irán propuso crear una bolsa internacional de petróleo negociada en euros y Putin amenazó con algo parecido. Dos años después la “Iranian Oil Bourse” daba sus primeros pasos. El imperialismo respondió ampliando las sanciones contra Teherán y expulsó a los bancos iraníes del sistema Swift de transferencias bancarias.

Esta vez la excusa fue el programa nuclear del gobierno iraní.

En 2009 Gadafi fue elegido presidente de la Unión Africana. Su proyecto fue crear los Estados Unidos de África que, entre otras cosas, incluiría una moneda unificada, un dinar basado en el oro. Pero, sobre todo, Gadafi empezó a trabajar para que el comercio de petróleo entre los países africanos se pagara con oro.

Dos años después Estados Unidos desató una guerra civil en Libia y Gadafi fue brutalmente torturado y asesinado.

¿Excusa? Los imperialistas ni siquiera se preocuparon por inventar ninguna excusa.

En febrero de 2011 el francés Dominique Strauss-Kahn, director del Fondo Monetario Internacional, exigió una nueva moneda mundial para hacer frente al predominio del dólar estadounidense. Tres meses después empezó un calvario de denuncias contra él por abusos sexuales que acabaron con su carrera. Fue cesado fulminantemente de su puesto en el organismo financiero internacional.

Ha habido muchos proyectos para sustituir al dólar, pero todos se acabaron en un cajón hasta que en los últimos años han empezado a aumentar los acuerdos bilaterales de “swaps” de divisas, que eluden el control de Estados Unidos sobre el comercio internacional. Esta tendencia no va a cambiar.

Además, China ha empezado a pagar el petróleo ruso en yuanes. Nadie se ha dado cuenta, nadie ha dicho nada, pero el mundo ha perdido su inocencia para siempre.


(*) Saddam Turns His Back on Greenbacks, http://content.time.com/time/magazine/article/0,9171,998512,00.html

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