En otra entrada informamos de que se estaban reduciendo los fondos de inversión “verdes”, a pesar de que tienen ventajas fiscales de todo tipo por estar catalogados como ESG (éticos, sostenibles, limpios).
Pero el capital está en una metamorfosis permanente; sale de un sitio para ir a otro, no tan correcto políticamente.
Ahora hay que añadir, como dijo Bloomberg, que el dinero “ético” ha ido a parar a la guerra que, por arte de magia, ya se ha convertido en “políticamente correcta”. Las inversiones en la industria militar han subido hasta los cinco billones de dólares.
A finales del tercer trimestre del año pasado, los 1.238 fondos verdes que invertían en “sostenibilidad” habían invertido en el sector aeroespacial y de defensa. Registraron un aumento de alrededor del 25 por cien respecto al resultado del mes de marzo de 2022, poco después del estallido de la Guerra de Ucrania.
El aumento se debe a la campaña europea para animar a los especuladores a financiar la industria militar en medio de una crisis internacional de grandes proporciones.
Alexander Stafford, presidente del grupo parlamentario multipartidista de Reino Unido de “inversiones éticas”, dice que, dadas las últimas tendencias, “los argumentos a favor de la inversión relacionada con la defensa se han consolidado”.
Por su parte, James Alexander, director de la Asociación Británica para las Finanzas e Inversiones Sostenibles, dice que “los países tienen un derecho inherente a la autodefensa” y que la legislación no impide a los fondos verdes poseer activos destinados a la guerra. El principal requisito es que los fondos presenten “informes transparentes y de alta calidad”, dijo.
“No hay ninguna razón, en principio, por la que invertir en determinadas empresas de defensa no pueda ser compatible con una inversión responsable, siempre y cuando no produzcan armas controvertidas ni suministren armas convencionales a países de alto riesgo”, afirmó el gerente del mayor fondo “limpio” británico.
La guerra ya es otro sector económico “sostenible”. Como pregona el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que “no hay nada controvertido” en invertir en la industria armamentista para “proteger la libertad” .