Dos meses después de su entrada en vigor, la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) está logrando sus frutos. Incluso antes de la IRA, sólo el sector del vehículo eléctrico atrajo 73.000 millones de euros de inversión privada el año pasado, más que en los últimos siete años juntos.
La Casa Blanca publica una lista de empresas que han invertido al otro lado del Atlántico en los últimos meses: BASF, Stellantis, Iberdrola, Siemens Gamesa, Solvay, Volkswagen, BMW, Engie… Los mayores monopolios europeos están abriendo o ampliando fábricas en Estados Unidos en el campo de la movilidad eléctrica y las energías renovables por decenas de miles de millones de euros. El campeón ibérico de las energías renovables, Iberdrola, prevé invertir 25.000 millones de euros en los dos próximos años en América.
La IRA, que entró en vigor el 1 de enero, pretende anclar estos sectores de futuro en suelo americano mediante subvenciones y créditos fiscales a la producción y la compra. Se trata de una ayuda de 391.000 millones de dólares en diez años que sólo beneficia a las tecnologías estadounidenses. A los monopolios europeos les resulta tentador ceder a los cantos de sirena de Estados Unidos , sobre todo porque, además de la IRA, ofrece costes energéticos competitivos hasta seis veces más baratos que en Europa.
El gigante químico alemán BASF, privado de sus contratos con Gazprom y víctima de la subida de los costes del gas, cierra varias unidades en su centro histórico de Ludwigshafen. Al mismo tiempo, amplía su centro de Geismar (Luisiana) por casi mil millones de euros. Este éxodo no siempre adopta la forma de deslocalización.
Es verdad que aquí hay más humo que fuego, al menos de momento. No existe un sector económico de energías renovables. Tampoco hay innovaciones técnicas de relieve. No se deberían utilizar las estadísticas clásicas, en términos de empleo o de volumen de inversiones. Por ejemplo, algunos sectores como el del hidrógeno ni siquiera son contabilizados como tales por las oficinas de estadísticas.
Estados Unidos está apostando por el descubrimiento de tecnologías disruptivas en torno a las cuales construir un ecosistema industrial que por la repatriación de la producción existente.
Mientras, en Bruselas guardan silencio. A veces restan importancia al alcance de la IRA. A veces el dinero enviado desde un lado del Atlántico representa una inversión mucho menor al otro lado del océano.
Tesla es un ejemplo de ello. El fabricante congela sus inversiones en su fábrica de Berlín, mientras amplía su fábrica de Nevada por 3.600 millones de dólares. “El ensamblaje de células de baterías de Tesla se concentrará en Estados Unidos debido a las buenas condiciones creadas por la legislación estadounidense IRA, que ofrece exenciones fiscales”, ha declarado la multinacional del coche eléctrico.
En proporción al PIB estadounidense, las subvenciones de la IRA no son tampoco muy significativas. Pero el hecho es que vuelve el dumping. Estados Unidos está desafiando a Europa y queda por ver lo que aguantarán en Bruselas.