El símbolo del poder industrial alemán se está derrumbando, anunciando el efecto dominó en Europa en una crisis industrial sin precedentes. El cierre de algunas fábricas de Volkswagen en Alemania es una novedad histórica. Desde su creación en 1937, el principal fabricante de automóviles europeo, que cuenta con casi 660.000 trabajadores en todo el mundo, nunca había tomado una decisión así en suelo alemán. También sería la primera vez desde 1988, cuando el grupo cerró su fábrica en Westmoreland, Estados Unidos.
La empresa se encuentra en una situación precaria. El año pasado Volkswagen lanzó un programa de reducción de costos destinado a ahorrar 10.000 millones de euros para 2026. Ha fracasado y los trabajadores temen recortes de plantillas. La empresa ha puesto fin a su programa de seguridad laboral, vigente desde 1994.
La reducción de costes es siempre la misma: cierres de fábricas y despidos, lo que ha dado lugar a un importante choque entre la multinacional y el comité de empresa. Según el sindicato IG Metall, es un día negro en la historia de Volkswagen.
Pero no es una crisis de Volkswagen sino de Europa. El año pasado la tasa de desempleo en Alemania oscilaba alrededor del 5,7 por cien. En julio de este año era del 6 por cien. La reducción de plantilla de Volkswagen se produce, pues, en un momento en que el número de parados sigue aumentando en Alemania.
El gigante del automóvil no desaparece con la crisis; traslada su producción a otros países. Las fábricas alemanas ya no son competitivas, sobre todo después de que el gobierno de Berlín haya eliminado las subvenciones y de esa manera Alemania, la locomotora de la Unión Europea, se va desindustrializando, lo que provocará un efecto dominó en los demás países europeos.
Volkswagen padece la competencia de las empresas chinas. Las marcas europeas llegan tarde. Europa se ha quedado atrás de China en el ámbito de los coches eléctricos y de los vehículos híbridos, lo que explica el fracaso de las ventas de coches eléctricos de Volkswagen en China, que es un país cabecero en el mundo en este sector.
La parte de Volkswagen en el mercado mundial se reduce. Además, depende de China, que es el primer mercado del monpolios alemán: representa el 40 por cien de sus ventas. Son tres millones de vehículos vendidos el año pasado.
Las malas relaciones de Alemania con Rusia encarecen el precio de la electricidad. Las malas relaciones con China, reducen el mercado, el mundial y el chino. La Comisión Europea, que preside la alemana Ursula von der Leyen, impone aranceles aduaneros a los vehículos eléctricos importados de China y quien paga el pato es Volkswagen, entre otros.
En los últimos quince años Volkswagen se ha salvado gracias a China. Sus ventas en el país aiático representan la mayor parte, en volúmenes y rentabilidad. Pero ahora el holding europeo ve sus salidas amenazadas por la competencia de empresas chinas, como BYD.
Volkswagen ha luchado en los últimos años para frenar la caída de su participación en el mercado chino. Pero sus esfuerzos por permanecer en China han sido en vano. Su única alternativa es dejar de ser europea y convertirse en una empresa… china.