El capitalismo vampírico: cuando ya no tengas nada que ofrecer al mercado te sacarán hasta la última gota de tu sangre

Las grandes metrópolis capitalistas son sociedades de viejos, decrépitas, donde los indices de natalidad se han desplomado. Tienen dinero pero no tienen juventud y, por lo tanto, no tienen ningún futuro.Las del Tercer Mundo son sociedades jóvenes que sólo necesitan sacudirse en encima a las anteriores para prosperar.

Los países imperialistas chupan la sangre del Tercer Mundo y de cualquiera de un barrio pobre que para subsistir no tenga más remedio que vender su sangre.

No es una afirmación retórica, sino capitalismo vampírico: una empresa con sede en Florida “lucha contra el envejecimiento” de la población sacando sangre a los niños para transfundirla a los ancianos. Es el último elixir de la eterna juventud.

La empresa se llama Ambrosia y fue fundada en 2016 por Jesse Karmazin, graduado de la Facultad de Medicina de Stanford. Ha abierto centros de transfusión en cinco ciudades de Estados Unidos: Los Ángeles, Tampa, Omaha, Houston y San Francisco.

Los tratamientos empiezan por 8.000 dólares el primer litro de sangre y 12.000 dólares si se hacen dos transfusiones. Es un negocio tan rentable que ya hay un mercado negro, paralelo al de los transplantes de órganos.

Los vendedores de sangre son jóvenes. Tienen entre 16 y 25 años, mientras que los pacientes son viejos. Los primeros son pobres; los segundos son ricos. Un niño pobre nunca se podrá pagar un tratamiento con su propia sangre.

El capitalismo es una sangría que convierte al cuerpo humano en mercancía, no sólo por efecto de la prostitución, en trance de ser legalizada, sino que también se van a poder alquilar los vientres de las mujeres gracias a la “maternidad subrogada”, como los laboratorios compran y venden células Hela robadas a una paciente hospitalizada en Estados Unidos.

Como del petróleo, de la sangre humana se pueden extraer muchos derivados y si antes la comercialización estaba prohibida, desde 2001 la empresa suiza Octapharma los compra, los recicla y los revende precisamente porque no son exactamente sangre humana sino medicamentos. Se llama “plasma terapéutico”.

Una directiva europea dio el cambiazo: el “plasma terapéutico” se puede comercializar porque se extrae del cuerpo humano por procedimientos industriales.

Si a alguien le suena lo del “banco de sangre”, espere a que no sea una metáfora. El capitalismo ha liquidado todo aquello de la donación solidaria y altruista de sangre; esos valores no tienen cabida en un mercado vampírico. Si puedes vender tu sangre a buen precio, ¿por que se la vas a regalar a nadie?

Es posible que el precio de la sangre baje lo suficiente para que podamos comprarla en el supermercado de la esquina, envasado como la leche, comercializado por distintas distribuidoras y a gusto del consumidor. Venderán plasma rico en proteínas y albúmina, glóbulos rojos con mucho hierro, glóbulos blancos procedentes de Camboya, inmunoglobulinas de tercera generación, plaquetas…

En un futuro cercano no sólo los marqueses serán de “sangre azul” ni los caballos “de pura sangre”.

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