El capital financiero francés pierde terreno en los países africanos

Los Estados africanos ya no consideran a Francia como su principal fuente de financiación. El franco CFA, la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD), Bpifrance, los bancos franceses y sus socios institucionales, pierden terreno.

El proceso comienza con la moneda. El franco CFA ya no es un tabú, pero tampoco un tótem. Mientras los canales se secan, han surgido alternativas, como los pagos transfronterizos en eNaira, una moneda digital emitida por Nigeria,

Benín ha adoptado parcialmente del yuan digital para ciertas transacciones portuarias en Camerún, y hay proyectos de monedas estables respaldadas por oro en el marco de iniciativas privadas o panafricanas.

Estos canales aún son embrionarios, pero reflejan la misma dinámica: los Estados buscan alejarse de su dependencia exclusiva del franco CFA.

La tendencia continúa en el sistema bancario. Si bien la presencia histórica de filiales francesas —Société Générale, BNP Paribas y Crédit Agricole— dominó el África francófona, en los últimos cinco años se observa una desconexión sistemática, que incluye una reducción de actividades, la venta de filiales y una reorientación hacia los mercados europeos y de alta rentabilidad.

Esta retirada bancaria crea una paradoja: mientras París insta a sus empresas a invertir más en África, las herramientas bancarias para apoyar este movimiento son cada vez más escasas. Las empresas francesas tienen dificultades para abrir líneas de crédito, asegurar sus flujos o estructurar financiación local competitiva. Recurren cada vez más a intermediarios marroquíes o panafricanos, en particular a los grandes bancos de África Occidental, Nigeria y África Austral.

El auge de grupos como Ecobank, UBA, Afreximbank y los bancos marroquíes (Attijariwafa, BOA) ya no es un fenómeno marginal. Estos capitales ofrecen financiación en moneda local o de terceros (dólar, yuan, dírham), con enfoques de mutualización de riesgos, plazos más cortos y, en ocasiones, enfoques más pragmáticos.

La reorganización no solo margina a las instituciones francesas, sino que redefine el centro de gravedad de la financiación africana, que ahora es mucho más diversa.

La pérdida de terreno del capital financiero francés también se observa en las instituciones. La AFD, antaño un canal necesario para cualquier proyecto en África, tiene ahora importantes competidores, como el Banco Exim de China, el Banco Islámico de Desarrollo o los fondos soberanos del Golfo.

En el ámbito industrial, el banco público Bpifrance tiene dificultades para seguir el ritmo de una competencia cada vez más agresiva. Coreanos, turcos e indios ofrecen paquetes integrales: financiación, transferencia de tecnología, formación y producción local.


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