En 2009 el gobierno de Estados Unidos creó dentro de la Universidad de Stanford un “Proyecto de Mapeo de Militantes” (MMP) que redacta un catálogo de organizaciones “extremistas” y “violentas”, con un recorrido de ida y vuelta, sin que nadie pueda descifrar por qué alguien entra en la lista negra, ni tampoco por qué le sacan de ella.
Hasta el mes pasado el Batallón Azov (ahora oficialmente 12 Brigada de Propósito Especial “Azov”) estuvo en esa lista, pero ya no está. El Batallón es una unidad de la Guardia Nacional ucraniana famosa por su uso de distintivos neonazis, el reclutamiento de mercenarios extranjeros y, sobre todo, por los múltiples crímenes de guerra cometidos desde 2014.
Un mes después del borrado, el Departamento de Estado levantó la prohibición de asistencia militar a los neonazis.
A cambio de dinero, la Universidad de Stanford se presta a camuflar un tinglado típicamente militar, financiado con fondos del Pentágono, del Departamento de Seguridad Nacional y de la Fundación Nacional de Ciencias.
Así es como los gobiernos manejan a su antojo los tinglados universitarios, que luego generan una apariencia seudocientífica y académica. Los artículos que escriben los monaguillos del MMP se mencionan en las revistas como si estuvieran desprovistos de cualquier connotación política, lo mismo que sus testimonios e informes ante el Congreso y otras instituciones públicas.
Por ejemplo, la profesora Martha Crenshaw trabaja en este tipo de manipulaciones universitarias del Pentágono y testificó en una audiencia sobre los lazos de Al Qaeda en Estados Unidos (1). Dice que no han borrado al Batallón Azov del catálógo, sino que sólo están “actualizando” el listado (2).
El sitio web del catálogo funciona como una “fuente autorizada“ de información sobre los “extremistas” del mundo, así como sus conexiones a lo largo del tiempo. Pero si no estás en el catálogo de la Universidad de Stanford es porque no eres “extremista”. Has pasado al bando de los “moderados”. Los medios ya no te pueden calificar de aquella manera y puedes recibir armas y adiestramiento militar. Si hay yihadistas moderados, también hay nazis moderados.
La semana pasada, la embajadora de Ucrania en Estados Unidos, Oksana Markarova, publicó una entrada en Facebook festejando la salida del Batallón de la lista negra. La embajadora agradeció el gesto a la Universidad y la lucha “conjunta” contra la propaganda y la desinformación rusas (3).
Estados Unidos y sus altavoces mediáticos llevan más de diez años tratando de lavar la imagen del Batallón Azov y de las instituciones ucranianas, asegurando que es sólo propaganda rusa. Un ejemplo paradigmático es el reportaje del año pasado del diario británico The Guardian: “La brigada [Azov], compuesta por más de 5.000 hombres, se ha deshecho de cualquier asociación con la extrema derecha, enfatizada incansablemente en la propaganda rusa anterior a la invasión”, decían los intoxicadores (4).
Los dirigentes actuales del Batallón, incluido su comandante Denys Prokopenko y el adjunto Sviatoslav Palamar, tienen vínculos de años de antigüedad con grupos nazis, y sus miembros continúan luciendo la simbología el III Reich en el campo de batalla y en las redes sociales. Los medios occidentales están blanqueando al Batallón Azov. Eran nazis antes y lo siguen siendo ahora, afirma The Nation (5).
(1) https://cisac.fsi.stanford.edu/news/martha_crenshaw_testifies_during_hearing_on_reassessment_of_alqaida_threat_to_united_states_20091124
(2) https://www.noirnews.org/p/neo-nazi-azov-battalion-profile-quietly
(3) https://www.facebook.com/oksana.markarova/posts/pfbid0NmQfaNrKWcAB6mGDZkFQ7TmRb2kVPwrADWyjW4yC5GUVzj8givqzr6L5ijKxBBG2l
(4) https://www.theguardian.com/world/2024/apr/27/elite-force-bucks-trend-of-ukrainian-losses-on-eastern-front
(5) https://www.thenation.com/article/world/azov-battalion-neo-nazi/