El aumento del precio del gas en Europa es consecuencia de su política antirrusa

El capitalismo está sumido en la peor crisis de su historia. Se trata de una crisis general que no tiene absolutamente ninguna salida dentro del propio capitalismo.

Como toda crisis general, tiene muchas causas y muchas manifestaciones distintas que no se pueden reducir a una de ellas.

No obstante, ahora mismo destaca la subida de los precios de los combustibles y, en especial, del gas, que alcanza a casi todos los países del mundo.

Los precios de las materias primas se han disparado en un mercado mundial que ya estaba desestabilizado a causa del cierre de fronteras, lo que ha bloqueado las rutas de abastecimiento, una situacion que no se ha superado y, posiblemente, nunca se superará, porque para eso declararon la pandemia.

Como venimos repitiendo desde hace un año y medio, la declaración de pandemia ha servido para encubrir una profunda crisis económica que, a su vez, ha intensificado la presión de las grandes potencias contra países, como Rusia, que es uno de los mayores suministradores de combustibles en el mercado mundial.

La mayor parte de las materias primas, como el petróleo y el gas, se contratan “a futuros” mediante acuerdos a largo plazo a precios reducidos y con posbilidades de pago aplazado. Sin embargo, como consecuencia de las presiones de Estados Unidos, los países europeos no han firmado ese tipo de contratos con la gasista rusa Gazprom, sino que han optado por compras inmediatas y pagos al contado.

Las compras inmediatas y al contado son típicas de los países asiáticos y conducen a que el gas se subaste al mejor postor, lo que hace subir los precios y provoca la especulación, gracias a la volatilidad. Como los asiáticos están pagando un precio del gas por encima del mercado, Rusia prefiere venderles el gas a ellos antes que a los países europeos, que pagan menos.

Por lo tanto, los precios del gas son tan elevados en Europa porque Bruselas no quiere comprometerse con Rusia por razones que están mucho más allá del mercado y mucho más allá de Bruselas.

Los países que no han seguido la política energética de la Union Europea, como Hungría, no conocen el alza de los precios del gas porque han firmado un contrato con Gazprom para 15 años a precios muy bajos. Lo mismo cabe decir de otros, como Croacia, que también se aprovechan de gasoducto ruso que llega hasta Turquía.

Hay otro gasoducto ruso que llega a Europa desde Alemania, y bastaría con firmar un contrato a largo plazo con Gazprom para que el gas tuviera precios por debajo del mercado mundial.

La especulación de los fondos buitre en los mercados de materias primas eleva artificialmente el precio, como en cualquier época de acaparamiento. “Almacenar cuando el precio está bajo y vender cuando está alto”. El año pasado, el cierre de fronteras suscitó un aumento de las operaciones especulativas. Los fondos buitre aprovecharon la caída de precios para comprar grandes cantidades de materias primas, entre ellas el gas.

En consecuencia, no hay ningún problema de oferta, ni de suministro de gas, sino una sumisión política de Europa a las imposiciones de Estados Unidos.

Se puede decir que el gas no tiene un precio de mercado, sino una cotización en bolsa, como si se trata de acciones o bonos. En la medida en que dicha cotización siga en ascenso, puede lograr que la fracturación hidráulica de las empresas estadounidenses sea rentable, al menos durante un cierto tiempo.

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