Europa, cuna de la revolución industrial, ha quedado rezagada en la carrera tecnológica mundial. Mientras otras regiones del mundo, sobre todo China y Estados Unidos, han tomado la delantera en el desarrollo y aplicación de tecnologías punteras, Europa lucha por ponerse al día. El retraso tecnológico del Viejo Continente se ha hecho cada vez más evidente en las dos últimas décadas y plantea importantes retos para su futuro económico.
La región va a la zaga de otras en cuanto a crecimiento de las tecnologías de la información y la comunicación y otras innovaciones disruptivas. Las empresas europeas, a pesar de algunos éxitos individuales, están por debajo de sus homólogas de otras grandes regiones. Muestran un crecimiento más lento, menores rendimientos e invierten menos en investigación y desarrollo que sus competidoras chinas y estadounidenses.
En el campo de la inteligencia artificial, Europa va muy a la zaga, dependiendo principalmente de la tecnología desarrollada en China y Estados Unidos. Debido a la falta de fondos, datos y recursos informáticos, las empresas europeas se encuentran a menudo pagando por acceder a tecnología desarrollada en otros lugares. Esta dependencia podría ser cada vez más problemática a medida que las aplicaciones basadas en estos modelos se conviertan en parte integrante del funcionamiento de sectores industriales enteros.
El retraso tecnológico de Europa podría poner en peligro un valor añadido empresarial de entre 2 y 4 billones de euros al año de aquí a 2040. Equivaldría a entre el 30 por cien y el 70 por cien del crecimiento previsto del PIB europeo entre 2019 y 2040. El atraso va a perjudicar a Europa en muchos frentes, como el crecimiento económico y su influencia estratégica en la escena mundial.
Hay algunas iniciativas en marcha para cerrar la brecha tecnológica. Por ejemplo, la Asociación Alemana de inteligencia artificial está trabajando en una iniciativa denominada Grandes Modelos Europeos de inteligencia artificial, cuyo objetivo es cerrar la brecha con los competidores estadounidenses y asiáticos. Con el apoyo de gigantes industriales alemanes como Bosch, SAP, Continental, Bayer, Merck y asociaciones de inteligencia artificial similares de toda Europa, tiene previsto gastar al menos 350 millones de euros para construir un nuevo superordenador capaz de entrenar grandes modelos de inteligencia artificial.
Sin embargo, incluso con estos esfuerzos, a Europa aún le queda mucho camino por recorrer. La inteligencia artificial es un campo en constante evolución, y los modelos actuales son cada vez más sofisticados. Por el momento, los mayores modelos europeos están muy por detrás de los desarrollados por empresas como OpenAI en Estados Unidos y la Academia de Inteligencia Artificial de Pekín en China.