La pandemia es una cortina de humo tras la cual se está poniendo en marcha una nueva política social y económica de muy largo aliento para rescatar al capital de su crisis. A lo largo de estos meses habría que haber leído más al Banco Mundial que a la Organizacion Mundial de la Salud.
En su informe del pasado mes de octubre, el Banco Mundial dice: “A fin de revertir este grave revés [pandemia] para el progreso del desarrollo y la reducción de la pobreza, los países tendrán que prepararse para una economía diferente después del Covid, permitiendo que el capital, la mano de obra, las aptitudes y la innovación se trasladen a nuevas empresas y sectores”.
Lo que el Banco Mundial reconoce es que en ésta como en las demás crisis del capitalismo, hay que destruir antes de reconstruir, es decir, imponer una economía de guerra. No obstante, quienes tienen una concepción ingenua del capitalismo no lo entienden. Creen que los confinamientos y cierres de empresas perjudican al capitalismo y que gobiernos, como el del PSOE y Podemos, han tenido que imponer “sacrificios económicos” para preservar la salud pública.
Hace años que tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial van mucho más allá de los “sacrificios”. Hablan de poner el cronómetro a cero y nunca necesitaron de una pandemia para hablar de ello abiertamente.
Por ejemplo, en octubre de 2017 Matt Hancock, actual ministro de Sanidad británico, ya proponía una Cuarta Revolución Industrial en presencia de su promotor, Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial.
Quienes busquen lazos para entender que la economía y la sanidad son dos caras de una misma moneda, tienen a Hancock, un ministro en activo que mantiene -más o menos- confinada a la población británica desde hace siete meses.
Las reconversiones económicas, como la que llevó a cabo el PSOE en España en los ochenta, son un desmantelamiento de sectores productivos completos, con cierres de empresas, de minas y despidos masivos. Entonces el PSOE no tuvo necesidad de invocar ningún pretexto sanitario.
Ahora padecemos una segunda reconversión industrial con el mismo protagonista y otro comparsa en el gobierno, Podemos, pero la memoria histórica sigue dando muestras de flaqueza. Ayer y hoy los engañabobos siempre hablan del futuro brillante que nos espera para tapar las miserias de un presente desolador.
Para que, como dice el Banco Mundial, se levanten “nuevas empresas y sectores económicos”, los antiguos tienen que desaparecer, por las buenas o por las malas. Con ellos se irán los trabajadores y sus antiguas condiciones de trabajo, abocados al paro y a la miseria, a contratos precarios y a una drástica reducción de su nivel de vida.
Los más cínicos lo llaman “nueva normalidad”.
Totalmente de acuerdo. Lo que ahora los posmodernos llaman «nueva normalidad» es lo que Alfonso Guerra definía a finales de los ochenta, de manera más cañí, como «A España no la conoce ni la madre que la parió», después de haber liquidado los sectores agropecuario e industrial, enviando a millones de personas al paro y a la exclusión social. También, miméticamente, lo que el Banco Mundial llama nuevas empresas y sectores económicos ya lo tuvimos aquí a principios de los noventa con los «nuevos yacimientos de empleo» que se ubicaban en el sector servicios, sector éste con menos combatividad sindical y con mucha más precariedad y sobreexplotación. Y que, al fin y al cabo, convirtió a España en un país de camareros y personal de limpieza para un turismo de sol y playa. Solchaga, ministro de economía de la época, lo dijo claramente: «no tiene nada de malo que España se haya convertido en un país de servicios». ¿Y ahora? ¿Qué ocurrirá con el turismo en esta «nueva normalidad»? ¿Dirá el coletas (o el del moño) que a España, de nuevo, no la va a conocer ni la madre que la parió?
Que bueno fue el gobierno del P.P ¿Verdad? Lo hizo todo tan bien… o mejor todavía, Franco, ese si que fue un maestro.. Bueno, ya tienes al barbas Abascal, que es de tú línea.. a votarlo ,ea
Procede hacer un llamado a la Policía de todos los cuerpos: a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en general, para que se «coman» el miedo y desobedezcan estas ilegítimas órdenes y se posicionen abiertamente con el pueblo, del que quieran o no forman parte (todos somos uno), y que quienes así lo deseen se quiten las mascarillas y circulen libremente desobedeciendo asimismo el toque de queda, también ilegítimo, para acabar con este plan y falsa pandemia. Después procedería para imponer de forma asamblearia la democracia directa y enjuiciar a cuantos orquestaron esta falsa pandemia (la OMS, políticos, poder mediático…), porque si no tomamos las riendas nosotros esto va a acabar en algo sumamente grave (enfrentamientos de todo tipo y, en última instancia, un genocidio de enorme magnitud).
Hay que darles a nuestros jóvenes un presente sin mayores dilaciones (no digo un futuro, sino UN PRESENTE), sanear el sistema educativo para hacer de las generaciones futuras algo más que peones titulados al servicio de los que yo denomino como «amos de lo nuestro» a fin de que, por contraposición, sirvan a la comunidad como forma de servirse a sí mismos (y no digo tan solo acabar con la inmundicia que actualmente se imparte en algunos colegios: «En España algunos colegios enseñan a los niños que ser penetrado analmente por otro hombre no es nada malo. Véanlo en un vídeo reciente que comparte ECOLOGENIA MUNDIAL por Telegram», sino de nuevos planes de estudio para formar una humanidad superior a todas las habidas, conjuntamente con el arte auténtico, una «Iglesia Educacional Laica de Liberación Popular» a cargo de nuevo calendario plagado de hermosas festividades que digan la verdad última sobre las más diversas realidades naturales mediante el sincretismo de mitos y de ciencia (aquí no hay espacio para extenderme al respecto y tampoco es el foro más indicado para ello), eliminando de todos medios los ingentes cúmulos de basura empleados hasta la fecha para deconstruir el ente popular.
En lugar de hacia «Dios», debemos encaminarnos hacia el Súperhombre. Al Súperhombre le corresponde estar en la cúspide de la pirámide humana y no desligado de esta al modo en que los fascistas sitúan el ojo del «Dios» de la dinero-cracia (ellos), situándose así por encima y al margen del resto social… A SU SERVICIO.
Soy hijo espiritual de Friedrich Nietzsche y he crecido lo suficiente como para saber de qué hablo, aunque desde hace ya demasiado tiempo no haga otra cosa que «Predicar en el Desierto»: Para desgracia vuestra, claro está, porque el proyecto de vida que preconizo no tiene parangón; como tampoco lo tiene el contrapuesto, ya en marcha, en pro de un «Nuevo Orden Mundial» fascista y una brutal «desmasificación», al que se lo podrá parar tan solo si los ovinos pierden su lana y, dominando el miedo que los paraliza, le plantan cara sin ambages al fascismo imperante en pro de una democracia real (democracia directa por la que elegir a nuestros líderes mediante asambleas).