Doble uso: de las armas nucleares a las centrales nucleares y al revés

Desde la escalada de las tensiones internacionales en 2022, el suministro de energía se ha convertido en una cuestión crucial para muchos países. Estados Unidos, al igual que las potencias europeas, tiene un desafío importante: asegurar su autonomía energética y al mismo tiempo reducir su dependencia de las importaciones, particularmente de aquellos de países con los que se han deteriorado las relaciones diplomáticas.

Esta situación ha llevado a una reevaluación de los recursos disponibles y a la búsqueda de soluciones desesperadas para superar la crisis energética. En este contexto, la energía nuclear, durante mucho tiempo controvertida, está recuperando un lugar destacado en las estrategias de cada país, ofreciendo una alternativa a otros combustibles y una respuesta a las preocupaciones relacionadas con la seguridad energética.

Pero con el uranio ocurre lo mismo que con el gas: quien tiene las llaves es Rusia. Ante la interrupción de las importaciones de uranio enriquecido ruso, Estados Unidos quiere transformar el arsenal de armas nucleares de la Guerra Fría en combustible para centrales eléctricas civiles.

El uranio enriquecido que hay en las ojivas militares, inicialmente diseñadas para la munición nuclear, está experimentando una transformación radical. Diluido con uranio empobrecido, se convierte en un combustible llamado “haleu” (1), capaz de alimentar una nueva generación de reactores nucleares.

La innovación no se limita a la reconversión del material militar. Lo mismo que Rusia, también Estados Unidos apuesta por el desarrollo de pequeños reactores modulares (SMR), una tecnología que podría revolucionar la industria nuclear. Estas minicentrales, más compactas y menos costosas que las tradicionales, representan el futuro de la energía nuclear civil estadounidense.

El uso del “haleu” en los SMR ofrece múltiples ventajas. No sólo hace posible desarrollar los recursos existentes, sino que también da a Estados Unidos el tiempo necesario para desarrollar sus propias capacidades civiles de enriquecimiento de uranio. Los cálculos consideran que esta transición hacia una autonomía total en la producción de combustible nuclear es crucial para la seguridad del suministro energético del país.

El ejemplo estadounidense podría inspirar a otros países. Francia, que depende en un 75 por cien de la energía nuclear para su producción de electricidad, ya ha explorado vías similares. Un informe parlamentario de 2000 planteó la posibilidad de convertir el plutonio de las armas en “mox” (2), un combustible utilizable en los reactores actuales.

Estos planteamientos demuestran que no hay frontera entre las aplicaciones militares y civiles de la energía nuclear, abriendo nuevas perspectivas para la industria energética.

En Washington y en París dicen que la reconversión de las municiones nucleares en materia prima para las centrales civiles podría paliar el déficit de suministro de uranio. Pero no hay quien se lo crea, porque ni Estados Unidos ni Francia van a desmantelar su munición nuclear para trasladarla a las centrales civiles, y menos en la situación internacional actual.

(1) El “haleu” (High-Assay Low-Enriched Uranium) es un tipo de uranio que tiene un mayor nivel de enriquecimiento en comparación con el uranio convencional utilizado en la mayoría de los reactores nucleares. Mientras que el uranio natural contiene aproximadamente un 0.7 por cien de uranio-235, el “haleu” tiene un contenido de uranio-235 que varía entre el 5 y el 20 por cien.

El uso del “haleu” en reactores nucleares ofrece varias ventajas, como una mayor eficacia en la generación de energía y la posibilidad de reducir la cantidad de residuos nucleares.

Actualmente se investiga su uso como materia prima en reactores avanzados y en tecnologías de energía nuclear.

(2) El “mox” (Mixed Oxide Fuel) es un tipo de combustible nuclear que contiene una mezcla de óxidos de materiales fisibles. La mayor parte de las veces son mezclas de uranio y plutonio, o uranio natural, uranio reprocesado o uranio empobrecido. Es una alternativa al combustible de uranio poco enriquecido que se utiliza en los reactores de agua ligera que predominan en la energía nuclear.

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