Una de las consecuencias de la derrota de los países occidentales en la Guerra de Ucrania ha sido la ruptura de eso que hasta ahora llamaban “vínculos transatlánticos”, cuyo objetivo era -precisamente- marginar a Rusia. Las contradicciones internas han salido a relucir muy rápidamente y en Europa culpan a Trump de ello, aunque no explican las propias contradicciones entre los países europeos.
Hay división y, además, confusión, pero no es posible decir ahora si esas contradicciones son permanentes, ni tampoco si se van a atenuar. Al menos los países occidentales van a intentar que así sea porque la presión a Rusia (y a China) debe ser coordinada si quiere ser eficaz.
La correlación de fuerzas ha cambiado considerablemente, por lo que en cualquier caso, las potencias occidentales deberán intensificar su presión sobre Rusia, por ejemplo reforzando los atentados terroristas.
Para ello no les bastará con recurrir a las redes ucranianas, sino que deberán revitalizar las que le quedan en el Cáucaso y en Asia central, que son de naturaleza yihadista.
Por su parte, si hay negociaciones de paz, Rusia incluirá una cláusula para obligar a los países occidentales, y especialmente a Reino Unido, a demantelar las redes terroristas que han organizado en la retaguardia.
En caso contrario, Rusia puede tener problemas porque, como Alemania y otros países de Europa occidental, padece un serio déficit demográfico y necesita mano de obra procedente de Asia central, que puede convertirse en un caballo de Troya.
El cambio en la correlación de fuerzas incluye una superioridad manifiesta del ejército ruso, que los occidentales deberían tener en cuenta antes de seguir actuando como acostumbran. Los rusos tienen más y mejores armas y, además, han adquirido una experiencia de combate de la que sus adversarios carecen. Ningún ejercicio o maniobra puede reemplazar esa experiencia de combate; ningún ejército en el mundo puede ganar sin tal experiencia.
No habrá acciones militares importantes a gran escala en un futuro próximo. La energía del éxito militar se tiene que aprovechar en la mesa de negociaciones y las inicitivas más importantes se trasladarán a los frentes políticos.
Si la situación no revienta en el Pacífico, algunos creerán que la paz ha vuelto. Se equivocan. Hoy la guerra es permanente y solo se desplaza de un lugar a otro. Si la historia no puede salir por la puerta, se escapa por la ventana.