Desmantelada la red de espionaje de la CIA en China

Durante décadas la CIA fue tejiendo una importante red de informadores al más alto nivel en el gobierno de China y, sobre todo, en sus fuerzas armadas, aprovechando el fango de corrupción que envuelve el funcionamiento de aparato administrativo en el país asiático.

A partir de 2010 los miembros de la red fueron cayendo con cuentagotas, hasta que la semana pasada la operación se dio por terminada con la ejecución de al menos una docena de espías y el encarcelamiento de unos seis u ocho más, un golpe del que —como siempre— sólo conocemos la versión estadounidense, que esta vez procede del New York Times (*).

“Es uno de los mayores fracasos de la inteligencia en las últimas décadas”, reconoce el periódico, y la CIA no sabe de dónde ha llegado el golpe que les ha dejado sordos, por lo que ha abierto una investigación interna, en colaboración con la división de contraespionaje del FBI, con el nombre clave de “Honey Badger” para averiguar el origen de la filtración.

La investigación ha repasado al milímetro las biografías de los funcionarios de la embajada de Estados Unidos en Pekín para averiguar si en ella había un topo del contraespionaje chino.

También revisaron la posibilidad de que China fuera capaz de descifrar las comunciaciones entre Langley y Pekín y, finalmente, que el topo de los chinos estuviera dentro de la propias filas de la CIA.

Entre 2008 y 2011 nada menos que 57 residentes en Estados Unidos fueron juzgados por enviar a China información clasificada a cambio de dinero, lo que sumaba a los casos de Aldrich Ames y Robert Hanssen, dos de los casos más sonados de infiltración de China en los aparatos de inteligencia de Estados Unidos.

Las sospechas se concentraron luego sobre un antiguo analista, especializado en China, pero las pistas no condujeron a ninguna parte. También repasaron las reuniones de los espías de la CIA con sus fuentes sobre el terreno, que no reunían todos los requisitos de seguridad, ya que solían quedar en restaurantes en los que los chinos habían puesto aparatos de escucha, e incluso los camareros eran miembros de la inteligencia china.

En fin, la CIA no sabe de dónde les ha llegado el golpe, pero el hecho es que ya no pueden disfrutar de la información privilegiada de que gozaban antes.

(*) https://www.nytimes.com/2017/05/20/world/asia/china-cia-spies-espionage.html

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