El victimismo es la coraza que protege a los sionistas que, a su vez, se hacen pasar por los únicos representantes de los judíos del mundo que, a su vez, fueron las únicas victimas de los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Los ataques a los sionistas, que son ataques al colonialismo plenamente legítimos, se reconvierten en ataques a los judíos, criminalizados como “antisemitismo”, a pesar de que muchos de los ataques “antisemitas” fueron obra de los sionistas y su objetivo era forzar la emigración a Palestina, esto es, el sionismo.
En la retórica oficial, el antisemitismo es propio de la “extrema derecha” a pesar de que, como vemos cada día, esa “extrema derecha” defiende a Israel a capa y espada.
Por arte de magia, han dado la vuelta a la historia por completo, convirtiendo a los verdugos en víctimas y hasta el derecho a la resistencia se lo conceden a ellos y no a los palestinos.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, si se hubiera aceptado el derecho internacional, Palestina se hubiera descolonizado, convirtiéndose en un nuevo Estado. Pero por presiones del imperialismo, la ONU ordenó una de las primeras limpiezas étnicas, creado dos Estados separados: uno de los colonos y otro para los colonizados.
La orden de la ONU nunca se cumplió, de manera que sólo se creó un único Estado, el de Israel. Antes y después de su creación, los sionistas desataron una formidable campaña terrorista, haciendo estallar hoteles y residencias, bombardeando y destruyendo la embajada británica en Roma y asesinando a soldados y funcionarios británicos.
El Estado de Israel se creó en medio de un baño de sangre, pero los sionistas no se conformaron con eso. La historia no mejoró después y las víctimas no fueron sólo los vecinos. El 8 de junio de 1967 los israelíes atacaron al Liberty, asesinado a 34 tripulantes e hiriendo a otros 171. Como todos los años, los supervivientes se reúnen este fin de semana en Norfolk, Virginia.
El ataque fue seguido por otra mascarada, un encubrimiento que demostró claramente que los presidentes de Estados Unidos, entonces Lyndon B. Johnson, querían a Israel más que a su propio país.
El asalto de dos horas al Liberty fue, en realidad, el peor ataque jamás perpetrado contra un buque de la Armada estadounidense en tiempos de paz. Fue un ataque sorpresa claramente dirigido a destruir el buque de inteligencia que operaba en aguas internacionales y recababa información sobre la Guerra de los Seis Días entre Israel y sus vecinos árabes.
Los israelíes, cuyos aviones habían ocultado su Estrella de David para culpar a Egipto, atacaron el barco varias veces desde el aire y con cañoneras desde el mar. Al recibir la señal de socorro del barco, el portaaviones Saratoga envió cazas de combate para rescatarlo, pero fueron llamados de vuelta por orden de Johnson.
Los israelíes y sus secuaces políticos y mediáticos siempre afirmaron que el ataque fue un trágico error. El oficial al mando del buque, el capitán William McGonagle, recibió la Medalla de Honor del Congreso por su heroico papel en mantener el barco a flote, aunque Johnson rompió con la tradición y se negó a celebrar la ceremonia de entrega de medallas en la Casa Blanca, así como a entregarla personalmente, delegando esa tarea en el Secretario de la Armada en una ceremonia no pública en el Astillero Naval de Washington. Las medallas adicionales otorgadas a otros tripulantes tras el ataque convirtieron al Liberty en el buque más condecorado en la historia de la Armada.
La tripulación del Liberty se vio obligada a guardar silencio sobre el incidente. Aunque no había nada que investigar, se creó la típica comisión de investigación dirigida por el almirante John McCain, que siguió las órdenes de la Casa Blanca como un perrito faldero. El ataque fue una equivocación.
Posteriormente el asesor de la comisión, el capitán Ward Boston, declaró que fue “un intento deliberado de hundir un barco estadounidense y asesinar a toda su tripulación”. Añadió que “el presidente Lyndon Johnson y el secretario de Defensa, Robert McNamara, le ordenaron concluir que el ataque fue un caso de ‘identidad errónea’ a pesar de la abrumadora evidencia de lo contrario”.
Las conclusiones de la comisión fueron luego falsificadas y reescritas para eliminar las secciones relativas a los crímenes de guerra israelíes, incluido el ametrallamiento de balsas salvavidas.
El hijo del almirante John McCain, que tenía el mismo nombre, fue senador y miembro el Comité de las Fuerzas Armadas. Siempre utilizó su cargo en del Senado para impedir cualquier reapertura de la investigación que volviera a examinar las pruebas. Fue uno de esos perros rabiosos del imperialismo que se hizo famoso por patrocinar la “guerra contra el terrorismo” en Afganistán, Irak y Siria.
La mayoría de los documentos relacionados con el incidente del Liberty nunca se han hecho públicos, a pesar de los 58 años transcurridos desde el ataque.
Israel es el único país de Oriente Medio que posee armas nucleares. Su arsenal se compone de entre 200 y 300 bombas nucleares robadas a Estados Unidos, que hizo la vista gorda. ¿Alguna vez alguien ha escuchado en algún medio alguna denuncia sobre el armamento nuclear de Israel?
Esta semana Estados Unidos ha vuelto a vetar en el Consejo de Seguridad de la ONU una votación, por lo demás unánime, para exigir un alto el fuego inmediato en Gaza, apoyando así los crímenes de Israel, como viene haciendo desde el baño de sangre de 1948.
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