Si bien Rusia está en primer plano en la mira de Washington, la estrategia apunta igualmente a domesticar a los países occidentales y especialmente a Alemania, que es la piedra angular del contrapeso económico europeo y sobre todo una pesadilla para Washington por su asociación con Rusia.
El sabotaje del Nord Stream, que afecta a los intereses germano-rusos, es un ejemplo de ese doble objetivo de los imperialistas. Esta misma semana el director de gasoducto, el alemán Matthias Warnig, ha confirmado que el responsable de la voladura fue “uno de los países de la OTAN”, en referencia a Reino Unido.
Un reciente estudio del Instituto Alemán de Economía sobre los daños colaterales de la guerra asegura que para Alemania el coste de la Guerra de Ucrania será de un 4,5 por cien del PIB.
La pérdida colectiva para la economía del país entre 2020 y 2023 se estima en casi 600.000 millones de dólares. La Guerra de Ucrania costará a la mayor economía de Europa 175.000 millones de euros este año, lo que equivale a 2.000 euros per cápita.
El estallido de las hostilidades en Ucrania coincidió con una situación económica ya difícil en Alemania a causa de la pandemia. El banco federal de desarrollo del país, KfW, ya advirtió de una amenaza para la prosperidad en Alemania debido a la falta de trabajadores cualificados y al insuficiente crecimiento de la productividad.
En 2020 Alemania registró una pérdida de PIB de unos 175.000 millones de euros, otros 125.000 millones de euros en 2021 y casi 120.000 millones de euros el año pasado.
La situación de la economía seguirá siendo crítica en los próximos meses, lo que dificultará el crecimiento. La incertidumbre en el sector energético, la escalada de los precios de la energía y otras materias primas, y la consiguiente restricción de la inversión, seguirán provocando vientos en contra para la economía del país.