Si la sociedad ya estaba mal, quieren construir otra aún peor, apta sólo para el ganado. La pandemia no les bastó y ahora inventan brotes y más rebrotes, de manera que no saldremos de esta paralización social y política sin pelear, para lo cual hay que tener en cuenta lo que está pasando realmente.
Por ejemplo, desde marzo, en Australia imputan al coronavirus 247 muertes en todo el país. La edad media de estas muertes es de más de 80 años, es decir, personas cuya esperanza de vida se había agotado.
Con unas cifras así es difícil hablar de epidemia y mucho menos justificar las draconianas medidas impuestas a la población. Lo peor es que, como en otros países del mundo, en Australia el gobierno tampoco tiene intención de acabar nunca con los brotes y los rebrotes. ¿Para qué? Es el panorama soñado por la burguesía: de casa al trabajo y del trabajo a casa.
El Estado de Victoria y la ciudad de Melbourne han impuesto el toque de queda y el confinamiento de más de seis millones de personas porque hay un “estado de emergencia”.
Los lugares de trabajo y las tiendas que no se consideren esenciales cerrarán o reducirán su horario, pero los servicios como los supermercados, las gasolineras y los médicos permanecerán abiertos.
Los trabajadores esenciales o autorizados necesitan un salvoconducto especial para trabajar fuera de casa.
Hay un toque de queda nocturno: entre las 8 de la tarde y las 5 de la madrugada nadie puede salir de su casa, excepto para trabajar o para recibir o prestar atención urgente.
La población debe permanecer a menos de cinco kilómetros de su casa para hacer recados o ejercicio físico.
Si sale de casa para hacer ejercicio, debe ser sólo durante una hora cada día como máximo.
Sólo un máximo de dos personas pueden hacer ejercicio juntos.
La gente debe salir sola a comprar.
Está prohibida la formación de grupos en público, aunque sean miembros de la misma familia.
Las escuelas empezarán a impartir enseñanza a distancia, excepto los estudiantes vulnerables y los hijos de los trabajadores autorizados.
Las guarderías estarán cerradas para todos, excepto para los niños vulnerables y a los hijos de los trabajadores esenciales.
Sólo están autorizados los funerales con un máximo de 10 personas.
Las bodas están prohibidas, excepto por compasión.