Luigi Buttazzo, técnico de equipos quirúrgicos del Hospital Tor Vergata de Roma fue encontrado muerto en la cama a finales de enero. Se sospecha de un ataque al corazón. Acababa de recibir la segunda dosis de la vacuna de Pfizer.
Su fallecimiento se suma a la muerte, a mediados del mismo mes, de Elizabetta Durazzo, enfermera del Hospital Fabrizio Spaziani de Frosinone, al sur de Roma.
Además, el 20 de enero, Miriam Gabriela Godoy, farmacéutica, falleció en el Hospital Bufalini de Cesena, tras sufrir una urgencia médica al día siguiente de tomar la vacuna de Pfizer el 14 de enero.
También trascendió la muerte de Mauro Valeriano D’Auria, por infarto, en las mismas circunstancias. Era gastroenterólogo y cayó muerto de un infarto mientras jugaba al tenis. Estaba en perfecto estado de salud. En su cuenta de FaceBook dijo que había tomado la vacuna contra el coronavirus y de que era totalmente segura.
Ejercía la medicina en el Hospital Umberto I de Nocera Inferiore. Sus amigos discuten abiertamente en las redes sociales la relación entre la vacuna y su muerte.
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