En enero de 1982 el presidente Reagan aprobó un plan para sabotear el gasoducto transiberiano, según reveló Thomas C. Reed, un oficial de la Fuerza Aérea que formaba parte del Consejo de Seguridad Nacional en aquella época. En 2004 publicó un libro titulado “At the Abyss: An Insider’s History of the Cold War” en el que relata un episodio interesante sobre la historia de los gasoductos entre la URSS y Europa occidental y también sobre las primeras etapas de la ciberguerra.
La razón de la operación coordinada por la CIA, escribe Reed en su libro, fue que “en ese momento, Estados Unidos intentaba impedir que Europa Occidental importara gas natural soviético” para debilitar a Moscú. Reed describe tanto el entusiasmo de Regan cuando la CIA le propuso la operación como la manera de ejecutarla.
La CIA se enteró de que la Unión Soviética estaba tratando de obtener de Occidente el equipo tecnológico necesario para operar el oleoducto. Una fuente reveló a la Central tanto el equipo que los soviéticos estaban tratando de adquirir como los canales utilizados para adquirirlo.
La CIA organizó entonces una operación encubierta para entregar un programa informático defectuoso a la URSS, pero era tan sofisticado que la manipulación se coló entre los técnicos soviéticos.
“Con el fin de interrumpir el suministro de gas de la Unión Soviética, suprimir sus ganancias en divisas y debilitar la economía de la URSS, el programa del gasoducto que debía hacer funcionar las bombas, las turbinas y las válvulas fue programado para que se volviera loco después de un cierto período de tiempo, sólo para ser reactivado más tarde con el aumento de la velocidad de las bombas y las válvulas configuradas para producir presiones muy superiores a las soportadas por las juntas y soldaduras de las tuberías”, escribió Reed.
La operación de la CIA siguió adelante y, en el verano de 1982, el oleoducto explotó, produciendo una detonación que fue grabada por los satélites estadounidenses desde el espacio. El sabotaje produjo “la más monumental explosión y bola de fuego no nuclear jamás vista desde el espacio”, señala Reed.
La voladura de la Guerra Fría fue un secreto celosamente guardado, que Reed reveló por primera vez en su libro. Por su parte, el Washington Post confirmó la información. Algunos detalles de la tecnología defectuosa fueron reportados en Aviation Week and Space Technology en 1986 y en un libro de 1995 de Peter Schweizer, titulado “Victory: The Reagan Administration’s Secret Strategy that Hastened the Collapse of the Soviet Union”.
Como es natural, cualquier parecido con los sabotajes provocados en la actualidad es pura coincidencia. Que nadie saque conclusiones precipitadas.
—https://piccolenote.ilgiornale.it/mondo/1982-quando-la-cia-fece-esplodere-il-gasdotto-russo
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