El miércoles el Ministerio ruso de Asuntos Exteriores convocó al embajador alemán para entregarle una nota de protesta sobre el montaje que ha orquestado el gobierno de Berlín en torno al envenenamiento de Navalny. Dado que hasta la fecha Alemania no ha remitido ningún análisis a Rusia y dado que Navalny sigue siendo ciudadano ruso, Moscú considera el montaje como una provocación hostil, con todas las consecuencias que se derivan de ello.
Rusia hace recaer la responsabilidad de esta crisis internacional no sólo en Alemania, sino también en la OTAN y la Unión Europea.
Cuando Navalny fue enviado a Alemania, los médicos rusos informaron sobre las pruebas realizadas para que sus colegas alemanes pudieran continuar el tratamiento.
En Alemania los portavoces oficiales del gobierno declararon que Navalny había sido envenenado antes de que el laboratorio del ejército elaborara su informe, de donde se desprende que -supuestamente- aparecieron restos de una sustancia parecida al novichok, siendo el único pasajero que resultó contaminado en un espacio cerrado como un avión. Ni en el aeropuerto de salida, ni en el hospital de Omsk, ni el avión que le trasladó a Alemania hubo ningún afectado.
Es algo inverosímil, teniendo en cuenta que el novichok es un gas muy volátil.
A pesar de las repetidas solicitudes de Rusia para tener acceso a las pruebas del ejército alemán, no se ha transmitido nada. Al mismo tiempo, la presión política internacional aumenta.
Los ministros de asuntos exteriores del G7 han declarado unánimemente que Rusia es culpable.
Alemania ha denunciado el asunto a la OPAQ, ya que el novichok es un arma prohibida por el derecho internacional, por lo que se puede reproducir la misma situación que en Siria, donde el gobierno ha sido acusado del empleo de armamento químico.
El comunicado conjunto de los ministros de exteriores alemán y francés califica a Navalny como “una figura destacada de la oposición rusa”, tanto más que Guaidó en Venezuela, por más que en Rusia los sondeos de opinión no le dan ni el 2 por ciento de los votos. ¿Hay algún opositor en Alemania o en Francia o en cualquier otro país que merezca tal nombre sin llegar al 2 por ciento de la intención de voto?
En vida Navalny nunca ha tenido ningún crédito político en Rusia. Lo necesitan muerto porque haría mucho más ruido. El 2 por ciento se convertiría en el 60 por ciento.