El 5 y el 6 de abril de 2017, después del ataque químico de Jan Sheijun, Trump y su secretario de Estado Rex Tillerson consideraban que Damasco era responsable del ataque, que había cruzado “la línea roja” y que Bashar Al-Assad tenía que irse. Con esas declaraciones volvían a la posición de los neoconservadores, más exactamente a la posición de la ex secretaria de Estado Hillary Clinton.
Entre el 6 y el 10 abril de 2017 al consejero de seguridad nacional, H.R. McMaster, y el secretario de Defensa, James Mattis, a Estados Unidos no les interesa saber si el presidente Assad tiene que irse o quedarse sino cómo impedir el uso de armas químicas en Siria y en cualquier otro país.
El 9 de abril de 2017 en diferentes entrevistas el secretario de Estado, Rex Tillerson, vuelve a su posición anterior. Para Tillerson, la prioridad es acabar con el Califato Islámico. El destino del presidente Assad se estudiaría, con Rusia, sólo después de la liquidación del Califato Islámico. El consejero de seguridad nacional H.R. McMaster confirmó ese punto de vista.
Por su parte, Nikki Haley declaraba que Estados Unidos tiene múltiples prioridades en Siria y que no puede restablecerse la paz con el presidente Assad en el poder.
El 10 de abril de 2017 el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, indicó que se decidió bombardear una base aérea siria tanto por el ataque químico de Jan Sheijun como porque Damasco utiliza bombas artesanales. Pero el secretario de Defensa James Mattis publica un comunicado que relaciona explícitamente –y también exclusivamente– el bombardeo estadounidense contra la base siria de Shairat con el ataque químico de Jan Sheijun.
El 11 de abril de 2017, después de una reunión con los ministros de Relaciones Exteriores de los países miembros del G7, el secretario de Estado, Rex Tillerson, afirma que Rusia tiene que decidir de qué lado está: con Washington o con Damasco. Pero ya no se habla de cómo actuaría la administración Trump en caso de desacuerdo con el gobierno de Putin.
Cuando la prensa interpreta lo sucedido como un cambio de 180 grados de la posición de Donald Trump, el consejero adjunto del presidente estadounidense, Sebastian Gorka, entra en contacto con varios sitios web que después de haber hecho campaña a favor de Trump denuncian lo que consideran una traición del presidente… y los tranquiliza diciéndoles que, a pesar de las apariencias, el presidente Trump no ha cambiado de posición.