Es posble que los “expertos” encuentren una buena explicación para el caso Gibraltar, un enclave que no conoció la pandemia, que vacunó casi al 100 por cien de la población y, a pesar de todo, suspende las fiestas y actos oficiales de Navidad.
Habían prometido que las vacunas acabarían con las mascarillas, confinamientos y restricciones, pero lo único cierto es que en Gibraltar los “casos” han comenzado con las vacunas. Desde octubre han detectado un aumento constante de los contagios que antes no conocieron. Cinco personas están hospitalizadas, una de ellas en la unidad de cuidados intensivos, y 440 personas están aisladas.
El viernes el gobierno suspendió las fiestas y actos oficiales de Navidad e instó a los ciudadanos a evitar las grandes reuniones, a llevar mascarillas y a mantener la distancia social.
Como hemos repetido tantas veces desde estas páginas, las vacunas no han reducido la “incidencia acumulada”, sino todo lo contrario. El gobierno de Gibraltar lo atribuye a la elevada tasa de cribado entre sus residentes, que, según dice, le permite detectar muchos más “casos positivos” que en otros lugares.
También es sabido: el número de “casos” depende del número de tests que realicen. Por eso al principio de la pandemia la OMS recomendó multiplicar los tests; sin ellos no habría pandemia ni cifras de ningún tipo.
Según el Departamento de Salud Pública de Gibraltar, desde el 2 de octubre se han producido informes positivos en adultos asociados a diversos eventos y brotes comunitarios separados relacionados con diversas reuniones religiosas. “Esta semana se ha producido un fuerte aumento de las transmisiones en el lugar de trabajo”.
Ante el fracaso de las vacunas, el gobierno gibraltareño sigue el guión establecido y desarrolla un programa de inyecciones “de refuerzo” para personas mayores de 40 años, trabajadores sanitarios y otros grupos sociales. Hasta ahora, se han inoculado 12.079 dosis “de refuerzo”.
El gobierno también recuerda a la población que las mascarillas siguen siendo uno de los métodos más eficaces para reducir la transmisión y que en Gibraltar deben llevarse en tiendas y supermercados, centros médicos y sanitarios, transporte público, en los funerales en un lugar de culto cerrado o ligeramente abierto y en la terminal del aeropuerto.