A medida que se acerca la segunda toma de posesión de Trump, algunos “expertos” pasan el rato especulando con las futuras negociaciones de paz que Trump iniciará con Putin para poner fin a la Guerra de Ucrania. Todos suponen que Trump puede obtener valiosas concesiones de Putin. Por primera vez el New York Times admite que el paciente (Ucrania) está muerto y empieza a oler mal, y que es hora de empezar a planificar la posguerra.
Los “expertos” ofrecen varias versiones del posible acuerdo a firmar, cuyo objetivo unánime es pintoresco: se trata de garantizar la seguridad de Ucrania. La guerra empezó porque Rusia exigía seguridad, pero los mequetrefes vuelven a darle una vuelta completa al asunto, como si no hubieran entendido nada de lo que ocurre desde 2022.
Tampoco quieren acordarse de la burla de los Acuerdos de Minsk.
Ucrania tiene todo el derecho a exigir seguridad, pero Rusia también, y la guerra empezó porque lo que falló fue esta última, es decir, que no es posible un acuerdo sin tener en cuenta los intereses que Rusia viene exigiendo desde hace décadas, y que son plenamente legítimos.
Alguno propone que Rusia conserve el Donbas, mientras el resto de Ucrania se une a la OTAN. Es como volver a empezar: el problema no está en Ucrania sino en la OTAN. Ucrania es sólo un instrumento en los planes expansionistas de la Alianza.
Si Rusia conserva el Donbas no es porque le regalen nada sino porque se lo ha ganado en el campo de batalla.
Desde 1991 la posición rusa ha sido que Ucrania debe ser un país neutral y no debe incorporarse a ningún bloque o alianza militar. Por lo demás, en la OTAN no hay suficiente consenso para la incoporación de Ucrania y, ante todo, Trump se opone a ello.
Hay quien propone otra ridiculez al New York Times: que Ucrania sea patrullada por un conglomerado de tropas europeas de “mantenimiento de la paz”, ya que Trump no enviará a las suyas para hacer el trabajo sucio. Eso también es volver al punto de partida: si Ucrania debe ser neutral, no va a poder tener tropas extranjeras sobre su suelo.
Más claro todavía: si a Ucrania llegan tropas europeas, estarán bajo el mando de la OTAN, por lo que volvemos a empezar de nuevo.
No tienen en cuenta los Acuerdos de Estambul, los últimos negociados entre Ucrania y Rusia en 2022, que Ucrania posteriormente se negó a firmar por presiones de la OTAN. Dichos Acuerdos concretaban el tipo y la cantidad exactos de tropas y armas que Ucrania podría conservar en su nuevo estado de neutralidad y desmilitarización.
Como se ve, Estados Unidos, la OTAN y Europa no tienen nada que ofrecer. Trump se ha despedido de Ucrania y va a sacar a Estados Unidos de la guerra contra Rusia que desencadenó Biden, y tratará de hacerlo lo más rápido posible, sin aceptar ninguna responsabilidad y sin ofrecer la más mínima garantía de seguridad a Ucrania.
La OTAN ya sólo aspira a guardar las apariencias, pero necesita que los rusos hagan alguna concesión, cualquiera que sea, incluso simbólica e intrascendente, para que el abandono de Ucrania no parezca como su derrota más estrepitosa.