La que fue en su día directora de la Casa de América, María Asunción Ansorena, fallecida en 2008, protegió durante su etapa en Paraguay (1993-1996) a la colonia de ultras españoles. Entre ellos Emilio Hellín y Carlos García Juliá, los asesinos de la militante del PST Yolanda González, con los que llegó a compartir cacerías y festejos en la Embajada.
Ansorena, que nada más tomar posesión de su cargo afirmó que “quiero que los empresarios tengan más presencia en Casa de América”, es una protegida del actual embajador del PP en la ONU, Chenchu Arias, que fue jefe de la OFicina de Información Diplomática en la época socialista. Ansorena comenzó su carrera diplomática en 1979, con una breve estancia de año y medio en Senegal, que ha borrado de su curriculum profesional, de donde pasó directamente a la OID. Javier Solana la nombró embajadora en Paraguay.
La Casa de América, desde la llegada del PP al Gobierno de Madrid, se ha convertido en una plataforma para la promoción de los personajes y las asociaciones más derechistas de América Latina. Cuando José María Aznar alcanzó el poder en 1996, destinó a uno de sus hombres de conFianza, Guillermo Gortázar, diputado nacional y miembro de la ejecutiva del PP, para alentar y patrocinar a las asociaciones más derechistas de Latinoamérica, empezando por la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), que dirigía el anticastrista Mas Canosa, muerto hace en 1998, y al que se le ofreció l0a Casa de América como escenario para su desembarco en España.
Canosa recibió, además, la empresa de telecomunicaciones Sintel, con 4.000 trabajadores, que iba a ser una tapadera de su actuación en el Estado español. Sintel tenía un contra to de oro con la Telefónica de Juan Vilialonga, que debía deservir para Financiar las actividades de Canosa. José María Aznar recibió el apoyo político y Financiero de Jorge Mas Canosa y la FNCA durante su campaña electoral para los comicios del 12 de marzo de 1996. Posteriormente, las exigencias de Mas Canosa, y finalmente su muerte, hicieron variar la estrategia de Aznar y de la Casa de América hacia el mundo empresarial, tanto en Cuba como en toda Latinoamérica.
El Consejo Rector de la Casa de América está formado por Asuntos Exteriores, CAM y Ayuntamiento de Madrid. María Asunción Ansorena, que fue también subdirectora general para México, Centroamérica y Países del Caribe, nombró después subdirector de Tribuna Americana a Juan María Alcina, que trabajó con ella en la OID, y a la esposa del ministro portavoz del gobierno Pío Cabanillas, Ana López Alonso, subdirectora del Ateneo. Ana López fue directora de comunicación de El País-Aguilar.
Asunción Ansorena sustituyó en la embajada del Estado español en Asunción (Paraguay) a Eduardo Cerro, que fue destinado en 1993 a La Habana (Cuba), y que durante muchos años cerró también los ojos a la evidente presencia en Paraguay de Emilio Hellín, José de las Heras, Carlos Julia y José María Morcillo, cuatro ultras buscados en el Estado español por asesinato.
Ni la embajada, ni la Policía, ni el CESID, ni la Interpol hicieron nunca nada por encontrar a estos personajes. Sólo en 1989, cuando la revista “Interviú” denunció que el asesino de Yolanda González estaba en Paraguay viviendo tranquilamente, se puso en marcha la lenta y complicada maquinaría judicial española para conseguir su extradición, dada la evidencia de las pruebas.
De cacería con ultras
“Susi Emperatriz» era famosa en Paraguay por haber integrado a la extrema derecha exiliada, dejándoles asistir a las fiestas y actos de la embajada. Eduardo Cerro, el anterior embajador, por lo menos hacía las reuniones sociales en un hotel, y así los ultras no entraban en la embajada”, afirma un funcionario español que lleva muchos años trabajando en este país latinoamericano. Los ultras estuvieron, por ejemplo, en el funeral que se organizó, en 1993, en memoria del Conde de Barcelona, Juan de Borbón, el padre del Rey.
Asunción Ansorena era famosa en Paraguay por haber integrado a la extrema derecha exiliada y haberles dejado asistir a las fiestas y actos de la embajada.
Pero lo más grave es que la embajadora Ansorena estuvo en la finca Ranchos y Estancias, con sus dos hermanas y sus respectivos maridos, invitados por los ultras a una cacería durante el verano de 1993. Una de las hermanas de “Susi Emperatriz” está casada con el representante de la empresa Entrecanales y Tavora en Paraguay. Diversas fuentes afirman que los ultras españoles Solé, Colomé y José de las Heras son los dueños de la finca donde se realizó la cacería y en la que ellos mismos estuvieron presentes atendiendo a sus distinguidos huéspedes.
La embajadora española era entonces muy amiga y salía, a menudo, de compras, con la embajadora peruana, Luzmila Ikisawa, que tenía en el juzga do número 24 de Asunción una demanda de cinco millones de dólares por tráfico de bebés para los matrimonios norteamericanos que llegan cada fin de semana a comprar niños.
Precisamente, el entonces secretario de la embajada, Fernando Curzio, que presumía de ser simpatizante de Ricardo Ynestrillas -el ultraderechista español que fue absuelto de la muerte del dirigente de H.B. Josu Muguruza-, fue objeto de un infonne intemo de Ministe rio de Asuntos Exteriores español a la embajada en Paraguay por el exceso de pasaportes que se daban en aquel país, donde sólo existe una colonia española de tres mil personas.
“El canciller de la embajada, Francisco de Blas, jugaba a los chinos y a las cartas con Hellín, José de las Heras y los demás ultras. El consulado español estuvo ayudando económicamente durante años a la hija de Hellín, pero no hizo ni una pesquisa para embargar sus bienes y pagar la indemnización dictada por los jueces españoles a favor de los padres de Yolanda González. «Hellín era socio de la hija del general Francisco Sánchez, jefe de la Policía de Paraguay, La Negra, y del ministro Saquet”, afirma un español residente en Paraguay.
Oscura biografía
José de las Heras Hurtado, abogado de 51 años, fue presidente del Frente de la Juventud, brazo juvenil de Fuerza Nueva. Su biografía está repleta de incidentes y trazos oscuros. En 1965 era subinspector de Policía, cargo que compaginaba con el de miembro de Defensa Universitaria, en la Facultad de Derecho. Expulsado de la Policía, se convirtió en la mano derecha de Alfonso de Borbón.
José de las Heras, que huyó del Estado español en noviembre de 1984, cuando iba a ser juzgado por la colocación de una bomba en el madrileño barrio de Malasaña, donde murió la joven Salomé Alonso, se refugió en la colonia ultraderechista española de Paraguay, a la sombra de la dictadura del general Stroessner, que le dio cobijo. Fue José de las Heras el hombre que acudió a Brasil a esperar a Emilio Hellín, cuando se fugó en febrero de 1987, y le ayudó a refugiarse también en Paraguay, donde se estableció tranquilamente bajo el nombre de Emilio Moro, su segundo apellido.
Durante la década de los años ochenta, una serie de españoles muy conocidos en Paraguay propiciaron la llegada de los ultras exiliados. Entre esos protectores destacan personajes como Alejandro Torrejón. que fue apoderado del Banco Exterior en aquel país, de donde se marchó tras un incidente en el que fue acusado de haberse quedado con ochocientos mil dólares que un cuñado suyo le había dado para que se los ingresara.
Cuando su cuñado fue a recogerlos, alegó que no sabía nada. Durante su etapa de estudiante fue también de Defensa Universitaria, como José de las Heras.
Amigos y protectores
Otro decidido simpatizante de los ultras fugados fue Federico Monreal Luque -hermano del ex ministro de Comercio Alberto Monreal- que se marchó del Estado español tras la crisis del Banco Coca. Otros ultras establecidos en Paraguay -donde siguen la mayoría- son: José Colomé, instalado en Puerto Casado; Juan García Vinuesa; Juan Beneyto, representante de un Banco de las Islas Caimán, Manolo Morales, “El Facha”, comerciante de pescado y mariscos; Gilberto Menoyo; Nani Benítez de Lugo; y Manuel Yáñez, ex representante de Iberia, que gozó de pasaporte diplomático paraguayo.
Ramón del Río, que entró en la cárcel paraguaya, condenado a seis años por haber matado a tiros a su secretaria y amante, fue el que hizo los primeros contactos con las altas esferas del Gobierno de Stroeesner, a finales de los años setenta, para albergar y proteger a los ultras que tuvieron que huir del Estado español, acusados de «actos terroristas”. El grupo de ultras dirigido por José de las Heras estaba acusado de la muerte de Carlos Javier Idígoras Navarrete y del mendigo Luis Anibas Santamaría. Así como de las bombas enviadas al Club Amigos de la Unesco, en Madrid, la Asociación de Derechos Humanos, la CNT y en la plaza de Olavide en las fiestas de 1981, y otros ocho atentados más contra librerías.
El grupo de Heras fue acusado por dos muertes y las bombas contra el club de amigos de la Unesco, un grupo de Derechos Humanos, la CNT y ocho librerías. Emilio Hellín se fugó de la cárcel de Alcalá de Henares a los pocos días de su detención, en febrero de 1980, por el asesinato de Yolanda González
De las Heras fue detenido el 26 de julio de 1981, junto con Leocadio Jiménez Caravaca (implicado en la matanza de Atocha), Rafael Gómez Alvárez, Ramiro Alejandro Rodríguez Borlado, Tomás Antón Torregrosa (fallecido), Joaquín López Martínez, Pedro de Haro Pavón, José Luis Saez Alónso y Jesús Javier Blanco García, que ya estaba en prisión.
La Policía no pudo detener, sin embargo a otros dos implicados: Pedro Bel Fernández, y a Iñigo Aragonés Sampedro. De las Heras fue puesto en libertad a los diez días, tras abonar la fianza de cuatrocientas mil pesetas. El 17 de junio de 1983 se revocó la libertad provisional y volvió a la cárcel. El 5 de julio solicitó, de nuevo, la libertad provisional, tras la muerte de una de sus hijas. Se le concedió bajo fianza de un millón de pesetas, pero ya no volvió nunca a presentarse ante el juzgado.
Posteriormente el Juzgado Central de Instrucción número 1 de la Audiencia Nacional le abrió diligencias previas, en abril de 1984, por robo con intimidación. En agosto de 1984, el Juzgado Central de Instrucción número 2 de la Audiencia Nacional dictó, además, la busca y captura de José de las Heras, por el presunto asesinato del jefe de seguridad de Fuerza Nueva. La huida del dirigente ultra impidió que pudiera esclarecerse este crimen, instruido en el sumario 89/82 de la Audiencia Nacional. Según miembros de Fuerza Nueva, Heras contrató a un tal Alex para matar al jefe de seguridad de Fuerza Nueva. La Policía cree que Alex está en México y trabaja de taxista, pero nadie le ha buscado tampoco.
No se presentó
José de las Heras no se presentó el 16 de enero de 1984 en la Audiencia Nacional, donde iba a ser juzgado por la colocación de una bomba en el bar El Parnasillo, en el barrio madrileño de Malasaña, donde resultó muerta una joven, Salomé Alonso. Con él iban a ser juzgados Ramiro Alejandro Rodríguez Borlado y Rafael Gómez Alvárez, ya condenados ante riormente a treinta años por la bomba que enviaron al periódico “El País» y que mató a dos empleados del diario.
Cristina Almeida, abogada de la acusación particular, manifestó que había visto a José de las Heras cinco días antes en la magistratura de Trabajo. El fiscal solicitaba para el ultra una pena de seis años de prisión como autor de un delito de colaboración con banda armada, acusándole de que, entre 1978 y 1981, puso en contacto a dos ultras con un tercero, ya fallecido, que fue el que facilitó los explosivos.
Cristina Almeida calificó a Heras como el auténtico jefe de la banda y pidió que se le condenara a 163 años por varios delitos de asesinato y estragos. El abogado defensor señaló que Heras había pedido los explosivos a un amigo que trabajaba en una cantera, para volar una roca. Mientras se celebraba el juicio, José de las Heras se instalaba tranquilamente a vivir en Asunción (Paraguay),
En 1985, otros tres ultraderechistas españoles se refugiaron en Paraguay. José Manuel Pe-ña, Ramón Francisco Gismero y Anuro Barea estaban acusa dos por la Audiencia Nacional de veinte delitos cometidos en Madrid y Valencia entre 1979 y 1981, entre los que destacaban el atraco a una peletería madrileña, un coctel molotov contra el bar Sijo de Valencia y diversas extorsiones a dueños de pisos, a los que reclamaban el impuesto revolucionario.
El abogado José Emilio Gorostiada, defensor de los tres ultraderecliistas españoles, refugiados en Paraguay, solicitó ese mismo año que se rechazara la petición de extradición solicitada por el juez Ismael Moreno Chamorro, del Juzgado Central de Instrucción número tres de la Audiencia Nacional, alegando que se trataba de perseguidos políticos.
Hellín, localizado
El ultraderechista Emilio Hellín se fugó de la cárcel de Alcalá de Hleñares a los pocos días de haber sido detenido, en febrero de 1980, por el asesinato de Yolanda González, nada más ingresar, pero fue detenido poco después, cuando intentaba escapar en un coche robado a punta de pistola. Condenado a 47 años, el 20 de febrero de 1987, el juez Donato Andrés Sanz le dio permiso para pasar el fin de semana fuera dla cárcel de Zamora, pero Hellín no volvió, fugándose tranquilamente a Portugal, con su propio pasaporte. Desde allí viajó a Brasil, donde le recogió José de las Meras y lo llevó, en coche a Paraguay.
Detenido por la Interpol en 1989, a raíz de los reportajes publicados en una revista, Emilio Hellín, fue extraditado al Estado español el 22 de septiembre de 1990. Nada más llegar a la cárcel acusó a la Policía española de no haber investigado la muerte del miembro de la extrema derecha Miguel Fuentes, el 23 de febrero de 1984. Fuentes era un confidente de la Guardia Civil, experto en electrónica, al que Hellín puso en contacto con narcotraficantes colombianos para infiltrarse como confidente.
Para evitar la extradición de Paraguay, Hellín se autoacusó de ser bigamo y tener un hijo con la paraguaya Inés Flecha, pero la Corte Suprema de Justicia de Paraguay confumó la extradición de Hellín, y el general Andrés Rodríguez, que había derrocado al general Stroessner, para convocar elecciones generales, no tuvo más remedio que autorizar la entrega a las autoridades españolas. En 1995 pidió pasar al tercer grado.
Nota de MPR 21: Hellín es hoy colaborador de la Policía Nacional y la Guardia Civil en materia de peritajes y policía científica.
Este reportaje fue publicado en el nº9 del año 2000 de la revista Ardi Beltza.
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