China está actuando de mediador en la resistencia palestina. El martes el gobierno de Pekín anunció su intención de facilitar el diálogo entre Fatah y Hamas, los dos principales movimientos palestinos, enfrentados desde hace más de 15 años.
La iniciativa es un verdadero desafío diplomático. Este fin de semana Fatah, heredero político de Yasser Arafat, y Hamas, el movimiento islamista actualmente en guerra contra Israel, están invitados a reunirse por separado con diplomáticos chinos.
Las conversaciones podrían allanar el camino para iniciar negociaciones formales entre los dos movimientos, una perspectiva que hoy parece improbable. Pero China ya logró sentar en la misma mesa a Irán y Arabia saudí, que era mucho más difícil.
La rivalidad entre Fatah y Hamas se remonta a 2007, cuando este último ganó las elecciones en la Franja de Gaza y tomó el control de las instituciones. Desde entonces, los intentos de reconciliación han sido tan numerosos como infructuosos. Sin embargo, China parece decidida a afrontar este desafío.
Lin Jian, portavoz de la diplomacia china, dijo que su país estaba dispuesto a “crear oportunidades” para lograr la unidad palestina, una tarea difícil ya que las posiciones de ambos movimientos parecen irreconciliables.
La iniciativa forma parte de una estrategia más amplia de China destinada a fortalecer su influencia en Oriente Medio, una región tradicionalmente bajo la hegemonía estadounidense. Al apoyar la causa palestina y al mismo tiempo mantener buenas relaciones con Israel, China trata de posicionarse como un protagonista clave y un mediador creíble, con una política muy diferente a la que actualmente ha predominado.
Sin embargo, la participación de China en este conflicto plantea interrogantes. ¿Qué impacto real puede tener la iniciativa sobre el terreno? ¿Podría la reconciliación entre Fatah y Hamás, si se materializa, cambiar las reglas del juego en la guerra palestino-israelí?
China parece decidida a transformar su peso económico en influencia diplomática. No le interesa la situación explosiva de Oriente Medio, que cada vez está más cerca de sus fronteras, como un cuello de botella que impide el desarrollo del comercio mundial.