El PIB de China crece por encima de Estados Unidos, según los datos del Banco Mundial. Pero las cifras están trucadas. Las estadísticas del Banco Mundial subestiman el desarrollo chino, aunque el Banco le da la vuelta al asunto: no es que nuestros datos sean erróneos; quien los falsifica son los chinos.
Es algo que los portavoces del imperialismo repitieron a lo largo de la Guerra Fría: como la URSS inflaba sus cifras de crecimiento económico, los “expertos” y las facultades de economía elaboraban las suyas propias. No es así porque a China no le gusta aparentar. Lo que le interesa es seguir figurando como un país en desarrollo con cifras económicas más bien modestas.
Por ser elegantes diremos que cada cual, China y Estados Unidos, cuenta las cosas de manera distinta. En economía y en virología dos y dos no son cuatro.
Las 10 primeras potencias del mundo siguen siendo las 10 primeras, pero la ventaja de China sobre Estados Unidos aumentó un 5,6 por cien, India se acercó a China, Japón mantuvo su escalafón aunque cayó, Rusia ha superado a Alemania y Francia ha superado a Reino Unido.
Los rusófilos pueden alegrarse por el aumento del 13 por cien en el PIB, en términos de paridad de poder adquisitivo, y los británicos deberían preocuparse por quedar fuera de los 10 más grandes, a pesar de que el consumo de drogas ilegales, los juegos ilegales, los atracos y la prostitución forman parte de su PIB.
Como no se fían de las cifras oficiales, los economistas del Banco Mundial visitaron 16.000 tiendas en China para recopilar datos sobre precios. La última evaluación fue de 2021, cuatro años después de la encuesta de 2017, y la conclusión es que el PIB de China estaba subestimado en 1,4 billones de dólares, por lo que en 2022 lo elevó del 119 por cien del de Estados Unidos al 125 por cien.
En China no sacaron pecho; ni siquiera pestañearon. La Oficina de Estadísticas de Pekín siguió con el mantra oficial: China sigue siendo una “economía en desarrollo”. Sin embargo, las cifras no cuadran: el PIB de China no puede ser sólo un 25 por cien mayor que el de Estados Unidos. El año pasado China produjo el doble de electricidad que Estados Unidos, 12,6 veces más acero y 22 veces más cemento. Los astilleros chinos representaron más de la mitad de la producción mundial, mientras que la producción estadounidense fue insignificante. Fabricó 30,2 millones de vehículos, casi tres veces más que los 10,6 millones de vehículos producidos en Estados Unidos.
Por el lado de la demanda, el año pasado se vendieron 26 millones de vehículos en China, un 68 por cien más que los 15,5 millones vendidos en Estados Unidos. Los consumidores chinos compraron 434 millones de teléfonos inteligentes, tres veces más que los 144 millones vendidos en Estados Unidos. Como país, China consume el doble de carne y ocho veces más pescado que Estados Unidos. Los compradores chinos gastaron el doble en artículos de lujo que los estadounidenses.
El año pasado los viajeros chinos tomaron 620 millones de vuelos, un 25 por cien menos que los 819 millones de vuelos tomados por los estadounidenses, pero los viajeros chinos también realizaron 3.000 millones de viajes en tren de alta velocidad (y 685 millones en trenes tradicionales), significativamente más que los 28 millones de Amtrak, algo parecido a la Renfe de Estados Unidos.
El Sistema de Cuentas Nacionales de la ONU recomienda explícitamente que los mercados negros se incluyan dentro del PIB. Pero la Oficina china de estadísticas sigue la vieja escuela contable, heredada de la URSS: tanto si son legales como ilegales, los servicios no suponen una creación real de valor sino que son costos de la producción material.
En los años ochenta del siglo pasado China contabilizó algunos servicios en el PIB, pero las cifras son siguen siendo muy bajas. Si la contabilidad se llevara a cabo como en Estados Unidos, el PIB chino sería mucho mayor y, desde luego, muy superior al de Estados Unidos.
Mientras en los países occidentales padecen importantes subidas de precios, en China ocurre lo contrario, incluso en mercancías de alta tecnología, como los vehículos eléctricos o las baterías de iones de litio. Por ejemplo, el año pasado el precio de los paneles solares se ha redujo a la mitad y las empresas de informática regalan los modelos lingüísticos LLM para los programas de inteligencia artificial.
La contabilidad occidental es curiosa en función del organismo que hace las sumas y restas, porque si el PIB está infravalorado para que China no aparezca omo la primera potencia económica mundial, los presupuestos bélicos están muy inflados. De lo contrario, los intoxicadores no podrían mantener la ficción del “peligro amarillo”. En otras palabras, cuando se trata de evaluar el gasto militar, los “expertos” de las potencias occidentales infravaloran su propio gasto e inflan el de China.
El billón de dólares al año que Estados Unidos gasta en defensa (incluidos programas de inteligencia y del Departamento de Energía) ha llevado a una reducción de la Armada estadounidense, mientras que con la cuarta parte del presupuesto, 236.000 millones de dólares, China ha construido la Armada más grande del mundo por número de barcos, como ya hemos expuesto en una entrada anterior.
Los economistas son como los virólogos. No es posible que China represente el 30 por cien de la producción industrial mundial pero sólo el 13 por cien del consumo de los hogares. China supone entre el 20 y el 40 por ciento de la demanda mundial de casi todos los bienes de consumo, pero la mayor parte de los servicios han sido excluidos de los balances.
Si la contabilidad china se llevara a cabo como la estadounidense, el PIB sería muy superior… aunque no contaran el mercado negro, el crimen organizado, la prostitución, los robos, las drogas…