Con setenta oficinas en treinta países y su gran base de datos, Blackrock dirige una buena parte de las finanzas mundiales. Las cosas deben estar muy feas cuando el New York Times se ve obligado a aclarar que BlackRock “no creará moneda fuera de la Reserva Federal” y que “ganará una compensación relativamente modesta” para ayudar a la Reserva Federal a “llevar a cabo un programa de compra de bonos para estabilizar los mercados”.
Ya lo explicó Marx: las sociedades por acciones separan a los propietarios de los administradores; los segundos toman las decisiones, que corren de cuenta de los primeros, y ya se sabe lo que ocurre cuando alguien va al casino a apostar un dinero que no es el suyo…
Para quienes no creen en milagros, aquí tienen uno: el de la multiplicación de los panes y los peces. BlackRock tiene un poder financiero sin precedentes y está involucrado en todos los grandes monopolios del planeta, incluyendo los medios de comunicación.
Coincidiendo con el atentado a las Torres Gemelas, Wall Street tuvo que ser rescatada del abismo en 2001. ¿Recuerdan la crisis de las empresas tecnológicas “puntocom” o ya se han olvidado de aquello? Pues costó más 100.000 millones de dólares, aunque nadie prestó atención porque entonces mirábamos hacia otro lado: Bin Laden, Al-Qaeda, yihadistas, talibanes…
Luego ocurrió lo mismo en 2008, que fue un rescate del rescate. Aquel año Fink ya desempeñó un papel importante en el asesoramiento a gobiernos y empresas sobre la gestión de los activos tóxicos de los bancos en quiebra, lo cual fue muy curioso porque él había sido un defensor de las hipotecas tóxicas. Primero ensucia la casa y luego pasa la aspiradora.
Fink ganó dinero dos veces, primero con una crisis y con la otra.
Hace años que algunos vienen pidiendo que se reconozca a BlackRock como un Instituto Financiero de Importancia Sistémica. En 2013 The Economist manifestó su temor a que, debido al número de empresas que utilizan el programa de vigilancia de riesgos financieros Aladdin de BlackRock, existía el peligro de que “todas saltaran de la misma manera” y, por tanto, “empeoraran las cosas”.
Aquel mismo año la Oficina de Investigación Financiera del Departamento del Tesoro de Estados Unidos publicó un informe en el que decía que las empresas de gestión de activos como BlackRock y los fondos que administran “pueden adoptar un comportamiento gregario” que amplificaría una crisis financiera.
Para la Reserva Federal, BlackRock supone el mismo riesgo que los grandes bancos.
El rescate emprendido ahora borra aún más la frontera entre la Reserva Federal (privado), el Tesoro de Estados Unidos (público), y deja a un fondo buitre en medio, a pesar de que no está sujeto a los controles reglamentarios a los que deben someterse otras instituciones financieras de un tamaño menor.
Lo hemos advertido varias veces y lo volvemos a repetir una más: Fink lleva mucho tiempo detrás de la privatización de la seguridad social y esta “pandemia” es su gran oportunidad para apoderarse no sólo de la sanidad, sino también de las pensiones.
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